domingo, 26 de marzo de 2017

Momentos estelares de la tauromaquia.



MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

"EL  MONSTRUO"

K-Hito es el seudónimo de Ricardo García, periodista y manoletista de pro.
Vivió como director del semanario Digáme, los mejores dias de la trayectoria de Manolete, jalonada por hechos que le inspiraron crónicas memorables, como la que le llevó a titular así, dandole ya un calificativo para la historia, la labor del de Córdoba ante los toros "Tolosano" y "Afligido".
Manolete sublimó ese día aquel toreo en redondo que impuso para siempre. El critico se emocionó y por eso su narración deja de lado la descripción minuciosa del suceso para adentrarse en el campo de los sentimientos. 
El texto se públicó en el libro de K-Hito "Manolete ya se ha muerto .
Muerto está que yo lo ví". 



De la crónica referente a la corrida celebrada en Alicante el 28 de Junio de 1.943.  "MONSTRUO"  llamé ese dia a Manolete,  y con "MONSTRUO" se quedó.
Componian el cartel Manolete, Antonio Bienvenida y Manuel Escudero, con toros del Conde de la Corte. Me brindó Manolete el cuarto toro, y yo le arrojéel block, de notas, donde, con letras enormes, escribí;  "¡Monstruo!".
El Monstruo ha surgido con todo esplendor, con maravillosa potencia, en esa plaza recoleta e intima de Alicante.
Ha sido hoy 28 de junio de 1.943, vaya la fecha con versales de oro al libro de las grandes efemerides.
¡El Monstruo!, creado por el Greco,  estilizado hasta dejar sólo en su linea sintética el trazo preciso que resume al más grande torero de todas las épocas.
Manolete ha revuelto la afición dormida de este pueblo Mediterraneo, que desborda sus galas en el mar azul.
No se habla más que de su arte ingente. Contra los ventanales del hotel donde Manolete firma autografos aplastan las gentes para ver mejor al torero de Córdoba.  -¿Qué ha pasado?- preguntan los que no fueron a los toros- 
¿Qué ha sucedido? Digame usted la verdad, por terrible que sea.
-La verdad, señor, es ésta: que Manolete, el Monstruo, ha terminado una de su mejores tardes; que ha cortado las orejas de sus dos toros, provocando el delirio popular; que los espectadores, ebrios de entusiamo, gesticulaban, más que gritaban, en los tendidos.  Ha pasado que hemos visto lo que la más delirante imaginación no pudo concebir.  Es preciso más tiempo para hablar serenamente de lo ocurrido.  El público, y con el público la critica, está aún bajo los efectos de un colapso, de un traumatismo enorme.
¡Manolete con los toros bravos y nobles, pastueños y suaves, del Conde de la Corte, las reses de lidia que lucen en los jigares zarcillos deoro!.
¡Manolete con el toro grande, con el toro de peso, toreando al natural con la languidez de las veintiseis dinastías de Faraones!.
-Bueno, pero ¿qué ha pasado?.  Espere, que aún no hemos recuperado el habla. Hay quien ha salido de la plaza a las ocho y cuarto, y a las nueve, por efecto de la conmoción sufrida, sigue diciendo tonterias.  ¡El Monstruo, señor!.
Manolete ha toreado prodigiosamente de capa y de muleta a sus dos toros y lo ha matado de sendas estocadas en el hoyo de las agujas.
Manolete toreo con esa suavidad y maestria que le ha llevado a la cumbre del Himalaya Taurino.
El cuarto toro tuvo la gentileza de brindarmelo.  No pude tomar notas, ni en el primero, ni en el cuarto, absorto contemplando -al descomunal torero-, se me cayó el cuaderno, perdí el lapiz... el Monstruo,  el Monstruo.
¡Y que corrido la del Conde de la Corte; el mejor ganadero de reses bravas!. Toros con trapio y arrobas, con empyje, con genio y con nobleza.
Dia 28 de junio de 1.943, en Alicante.  Apunten ustedes esa fecha.

bello el corte imprimido por K-Hito




  
 MOMENTOS ESTELARES 

DE LA TAUROMAQUIA.


 El adiós de MANOLETE a Madrid


Decía Pepe Alameda que el toreo es apasionada entrega.  Apasionada entrega del torero a su creación para, en algunos momentos de emotividad, hacer abstracciones del instinto de consevarción y seguir adelante en la dialéctica de la belleza y la tragedia.
En pocos toreros como en Manolete se cumplió el aforismo, y buen ejemplo en su postrera lección, dictada el 16 de julio de 1.947.
Aquella última tarde en Madrid, a modo de epitafio torero, lució su solemne entrega.  Y asi lo recordó Gregorio Corrochano, años después, en su libro  "Cuando suena el clarin".






La tarde se paseaba con ruido de palmas.  Las más alegres habian sido para el alegre toreo del alegre Pepín Martín Vázquez...
Cuando salió Manolete a torear el toro quinto, hubo ese siseo  característico de las plazas de toros, con el que se avisa que se espere más, que lo hecho hasta ese momento no es suficiente y que la protesta, de ese ecpectador invisible que se sienta con cada espectador, está dispuesto a echarse al ruedo.
Manolete se fue pausadamente, sin duda, midiendo al toro con su ánimo, para calcular el esfuerzo.  Y veria que el toro no era tan bueno para la faena que los siseos de advertencia le pedian.  Pero habia que hacerla; era su primera tarde delaño en Madrid...
El quinto toro de Bohórquez era corto de cuello, construcción que le dificultaba el humillar, complicada con la poca bravura del toro.  Costó trabajo y habilidad picarle y la trabajada lidia lo hizo incierte.  A los toros inciertos, no sólo hay que esperarles mucho, para firjarlos, como Manolete le esperó, sino que hay que tenerle un poco adelantada la muleta para que no duden, a estos toros no se le puede torear con el engaño retrazado, y ahora se ha puesto de moda el torear con la muleta a la manera de -defrente por detras-  porque va detrás de la linea del torero.  Al toro, cuando tiene el menor resabio instintivo -incierto, desparrama la vista, etc.- hay que fijarle en la muleta y no dejarle mirar a otro lado; esto sólo puede conseguirse, adelantandole la muleta, lo que haga falta, para que el toro al embestir no dude, para que no tenga opción entre la pierna y la muleta.  Este toro quinto de Bohórquez, que no embestia bien y era incierto, vaciló en la arrancada, por estar la muleta atrasada, posición muy frecuente en Manolete, y en un pase con la mano derecha, le hirio de pasada la pierna izquierda, cuando lo natural en este pase es que le hiera la pierna derecha.
Manolete hizo un gesto de dolor casi imperceptible, encogiendo un poco la pierna izquierda.  La primera sensación en el tendido era que lo habia pisado.  Siguió toreando con la derecha y con la izquierda, en una faena de mucho aguante, única manera de torear al toro incierto. Se notaba que el torero perdia facultades, que suplia con coraje y afan de torear.  Un hilo de sangre, rayando fuertemente de rojo la media rosa, nos descubrio que estaba herido y nos explicó el porqué de aquel empeño cerrado, cada vez más cerrado, del torero con el toro, no sólo toreaba; queria terminar la faena y matar al toro antes que la pérdida de sangre le inutilizase la pierna, el gesto era magnifico; solo en medio del ruedo con el toro, sin dejar que nadie se le acercara en su auxilio.
Ya la zapatilla negra estaba manchada de sangre, cuajada cuando igualó al toro, y sabiendo que era un momento decisivo, pues se le iban las fuerzas, entró a matar...  y echó a rodar al toro de la estocada, rodando a un tiempo toro y torero, porque éste cayó en los brazos de los que por fin lograron llevársele a la enfermeria...   ¡ Así era Manolete!.

Taurinamente perfecta la cronica de Gregorio Corrochano. 
   

sábado, 25 de marzo de 2017







MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

CAGANCHO,  LA TALLA DE MONTAÑÈS


De insuperable se puede catalogar el titular pero también la crónica de Gregorio Corrochano, que da cuenta de una tarde mágica de Joaquin Rodriguez "Cagancho", la del 8 de Mayo de 1.927.  Aquel torero de tan grandes constantes tuvo la fortuna de que un critico de apabullante fama hilara una crónica que en la historia del peridismo taurino ocupa un lugar de privilegio.
"Cagancho" y Corrochano se fundieron. el torero para mostrar su rotundidad de artista y magnificar el arte del toreo, y el escritor para dejar para la posteridad una obra de la critica taurina.



Joaquin Rodriguez "Cagancho" es un torero de multitudes, que no pueden permanecer en reposo en el tendido; las inquiestas, las excita, las encoleriza...
El orden público se desordena un  poco en presencia de este torero...
Y al acabar la tarde, los custodios del orden intervienen para que no le mate la ira o no le mate la admiración, que de las dos maneras matan las muchedumbres... 
El toreo de Joaquin Rodriguez "Cagancho" es como el péndulo:  tic-tac, tic-tac, aplausos, pitos, exaltación, rencores...
Ayer en Toledo. Primer toro de "Cagancho". Precauciones... la ira toma asiento...
En tanto el torero sigue su lamentable faena... Más, por sexta vez en la tarde, un hombre dio suelta al último toro.
El gitano negro, va vestido de blanco. Ya en esto se ve que está influenciado por el contraste.   Pausadamente, como un fantasma, se acerca al toro.  Con el palillo de la muleta y la espada hace una cruz, y así se presenta a la multitud ese hombre seco como un cartucho, del color de la madera que eligiera para sus tallas Montañés.  Pasa el toro sin que el -leño- se mueva, y hay en el tendido un ruido de apoteosis.
La izquierda mano huesuda o -leñosa-, asoma oscura por la blanca manga salpicada de oro, y la figura adquiere majestad cuando el toro pasa tras la escarlata de la muleta.  El toro no siempre sigue; a veces se para a mirarle.
La faena, por esta causa, no es ligada, seguida; lo que ha ligado en el tendido es la admiración.  La muchedumbre, en pie, dicen cosas que no se oyen, porque todas las veces se confunden con un clamor.
Aquella mano de "Montañés", larga, leñosa, que asoma oscura por la manga blanca sarpicada de oro, hace cosas de torero, de un sabor torero que empalaga.   Tiene un parecido con Rafael "El Gallo" en una concepción más clásica, más quieta, de majestad, en la que acaso influya la figura.
Yo no vi nunca más armonía, ni más bello conjunto, pero una belleza dolorida.
¡Qué gesto, qué colorido, qué movimiento!.  El brazo largo parecia desprendido del madero...   Toreando, parece una talla de "Montañés".
Es un torero que fascina, la música toca un pasodoble. es una música demasiado alegre, que no le va a este torero, la música lo comprende y calla, sólo el borneo de una guitarra podría hacer un fondo músical a este momento, y yo de buena gana soltaría mi pluma, que tampoco le va a la faena, por escuchar el comentario de Manuel Torres hiciera en un lamento. 
Estas cosas gitanas se sienten, se cantan y se lloran, pero no se escriben, yo no se explicarlo, sino diciendo que todavía tengo un poco de frio...
Cuando Joaquin Rodriguez "Cagancho" coronó su faena con una estocada atravesada y descabello, la muchedumbre se echó a la arena, le estrujaron, le quitaron las zapatillas, se lo llevaron a pedazos, como un relicario, interviniendo los guardias...  La muchedumbre se inpone, y lo alza, y lo saca, y lo llevan sobre sus cabezas, camino de la Imperial Puerta de Bisagra, el mejor arco triunfal, por ahí entraron elegidos paladines, y entre ellos, este torero...
Y asi va hacia Toledo la muchedumbre, con esta talla de "Montañés", que parece arrancada de una madera.

por Gregorio Corrochano.




 
  
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.

Manolo Bienvenida y "Montecillo"


La dinastia Bienvenida alcanzó su cenit con Manuel Mejías Jiménez.
El hijo mayor del "Papa Negro" fue un torero grandioso en una etapa también grandiosa: la Edad de Plata, precoz y con esa alegría consustancial a su estirpe, basó su arte en el dominio, que pronto fue muy depurado, pues participaba de lo que en aquella época ya era una realidad: el toreo en redondo. Este es un fragmento de la crónica de El Liberal donde se daba cuenta de su faena a "Montecillo", en Madrid, el 22 de junio de 1.930. el gran César Jalóm "Clarito" narra de forma magistral, la esencia del magisterio de aquel excelso diestro.
   
Está el sexto toro de Ibarra en los medios, no se llama ya Ibarra, ni Vicente Martínez, que la afortunada propietaria de su rama correspondiente es Dª María Mateo Montalvo. 
Pero tiene el toro su tipo, y sobre todo luego, en el reaccionar de su sangre, todas las características de la casta Ibarreña.  Le ha tomado el mozuelo de Bienvenida, con la mano derecha, dos, tres muletazos inspirado...
Pero al remate de uno de ellos la muleta se escapa providencialmente, y revoloteando por la espalda va a posarse en la mano izquierda.
Y esta mano la de las grandes conmociones, tomando el engaño por la mitad, lo adelanta y cita...   Las gentes miran, con desconfiaza, porque este infierno del toreo está empedrado de escepticismo, algún espectador que ya ha ganado la puerta se vuelve, otros que iban a salir se detienen. 
Y el muchacho despega el brazo en el primer pase natural:  -"uno no es ninguno"-, las masas callan, replegadas en si mismas.  Más ni la mano ni el torero se enmiendan, en el remate del pase lejos de deshacerse, se ha estrechado un poco el grupo que forma la fiera y el mozo, un segundo, y la mano adelantándose hasta los ojos del Ibarreño, como para cregarle, tira de él...  y como ciego sigue el toro por la curva cerrada, más cerrada después, y después de cada pase mucho más cerrada, hasta que el punto inverosimil del quinto trae, como forzada la salida del atolladero, con el pase de pecho, en el que la mano, peinandole los lomos, vacía limpiamente la res...
Cada vez más torera la suerte por más alarde en el mando y por más "graciosa" en la ejecución, lleva de más en más intensa, a los oidos del artista la música inconfundible del aplauso del público de Madrid.
Y el artista, los pies atornillados al suelo, con la holgura justa para girar sobre los talones, vuelve a lanzar  al espacio su mano torera; en ella va la muleta, y tras ella, preso y "convencido" -con ese noble convencimiento que encuentra casi siempre todo el que le sabe llegar-, el toro de la brava casta Ibarreña...
Ahora ya no se ve nadie, el que se fuera que diga que traspuso el umbral de la gloria y se la dejó atrás.  En un involuntario remedo de los pies del torero, también el público ha ido atornillando las suyas a las localidad.  Y, absorto y embelesado, se encuentra ahora con que sólo es dueño de los brazos para aplaudir al jovenzuelo andaluz, que por novena vez extiende su mano zurda la celada de sus pañolillo rojo para aprisionar en él al peligro y pasárselo audazmente por debajo del mentón imberbe y burlado sin más que esquivar las astas quebrando graciosamente la cintura...
-"Para esto hay que ser joven y andaluz", murmura uno que cecea.
Para esto -me digo yo- hay que torear con la mano izquierda y torear "un toro". Y no hay espectáculo torero comparable al de meter a un toro de verdad por ese carril dificil del toreo al natural...   En un instante se puebla el redondel, el gentío levanta en volandas a Bienvenida, que se resiste, y se lo echa a hombros.

por Clarito;  con tinte de taller de la Nasa.








MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

 EL FONDO DEL ARTE DE PEPE LUIS


Pepe Luis ha sido uno de los diestros más importantes de la Historia.
Una cornada de espejo amonoró su arrestos, pero su arte merece el calificativo de sublime.
El Socrate de San Bernardo, fue un artista inmenso, pero este arte tuvo la consistencia del saber, pues se basaba en el conocimiento y en una técnica maravillosa, que daba a su toreo un aura de genial delicadeza.  Sólo después, cuando el toro estaba en su cabeza, llegaba el adorno, que era sevillanisimo.
El que sigue es un paseje de la crónica de Giraldillo, seudónimo de Manuel Sánchez del Arco, publicó en ABC, dando cuenta de la gran tarde del Maestro Pepe Luis, en Madrid, el 19 de Mayo de 1.943, antes toros de Urquijo.

El torero de San Bernardo empieza con unos ayudados y enseguida prende al toro en seis naturales y cierra con un  pase de pecho. 
En el centro de la plaza empalma la faena, en la que sobresalen unos pases de la "firma" y unos molinetes con mucho arte y seguridad, otros ayudados, que corta con la repetición de la "firma", todo entre los cuernos, más adornos y unos pases de rodillas, quedando en la cara, y marcando el volapié, estocada honda...   (Ovación grande, vuelta y salida al centro.)
Pepe Luis, encuentra al cuarto algo quedado, lo corre con suavidad con unos muletazos por delante y se lo lleva al centro, donde desarrolla una preciosa faena de muleta, con pases alegres, torerisimos.
El diestro cuida del toro con suma inteligencia. Toca en la testuz. Cada pase de estilo florido, con mucha suavidad y sentido torero para evitar el agotamiento de la res, es acogido con una ovación, pinchazo en alto, recto al entar.
Nueva faena, preciosista en los detalles. Estocada bien colocada, que mata sin puntilla. (Ovación, oreja...)
Pepe Luis Vázquez ha alcanzado la cumbre de su triunfal carrera.  No es el adorno, la alegria, el tono brillante, lo adjetivo de su escuela lo que hay que celebrar en él.  No es lo que resulta, sino el porqué resulta lo que solicita nuestra atención y exalta el juicio critico hasta el elogio.
Nuestro elogio está condicionado, no porque el ayudado se rice en la alegría de una "firma", saliendo de entre los cuernos la roja voluta de su muleta, ni porque el capotazo por la cara tenga esa gracia sin par que impregna su toreo a medio capote, sino pore el fondo firme, por la seguridad fundamental que permite el floreo adjetivo.
Así, antes que el adorno vuele su pura gracia sevillana y el público vibre deslumbrado, el toreo magistral ha medido todas las posibilidades.
Pepe Luis Vázquez  está en el comienzo de la de hasta ahora su mejor temporada...  ¿Pero ha llegado a esto facilmente?, atendamos más el fondo que a la forma del toreo de Pepe Luis Vázquez.  Hay muy superior a lo que se le aclama y tiene en indiscutible triunfo ... una calidad enorme de torero, eso que le hemos visto en tardes grises, porque una buena colocación, una lidia sobria, una faena de mucho fondo y poco brillo, el terreno que se da o se niega a un manso, es lo que distingue a Pepe Luis y le tiene consagrado como Mestro, antes los aficionados...  A la perfección de forma en que Pepe Luis está, no se llega sin un absoluto dominio. 
Toreo de perfección es el suyo, sabiduria a la que el arte y la inspiración propia dan deslumbrante y graciosa forma del toreo facil, cuando en realidad tiene todas las dificultades que sólo se vencen por dominio técnico... Sobresalió en el cuidado que puso para sostener al toro en que cortó oreja, midiendo sus embestidas ... su muleta apoyó al toro.


cronica de Manuel Sánchez del Arco "Giraldillo"











MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.


LUIS MIGUEL SE AUTOPROCLAMA
NÚMERO UNO


   
El 17 de Mayo de 1.949, Luis Miguel Dominguin, durante una faena en Madrid a un toro de Galache, levantó desafiante su dedo indici.
Las pasiones se desataron por lo inaudito del gesto, toda una provocación a un público que siempre se ha mostrado reticente hacía los diestros que hacen que parezca fácil lo dificil ante el toro. 
Más Luis Miguel, muy joven entonces, no se arredró, y de forma descarnada lució su orgullo torero, rasgo definitorio de aquella personalidad arrolladora. la que sigue, publicada en ABC, es un pasaje de la crónica de Giraldillo, seudónimo del periodista sevillano Manuel Sánchez del Arco.


 
 Gran tarde de toros... Bueno, magnifica tarde de toros. El público llenaba totalmente la plaza. Los billetes, agotados en los despachos, se buscaban con ahinco.  Y todo salió bien: hubo toros...  y vamos con lo que ocurrió en la corrida, es verdad que es cosa cómoda torear junto a Luis Miguel Dominguin.
Cosa cómoda, si se mira al público; pero incómoda, si se mira al toro, porque hay que pisar el terreno que el pisa -y el no se deja pisar el terreno que considera suyo por derecho de brava conquista-, y hay que desrrollar lo que él desarrolla y profundizar lo que él profundiza.
Se halla Luis Miguel en su momento cumbre.  La Fiesta se centra en él, y esto, que le da conciencia de sus deberes, le lleva agestos de rebeldía, sublevación de su amor propio y propia conciencia de artista -juez de sí mismo- y excesos que, si justificados, en fin de cuenta, son a el a quien perjudican, dijo hace tiempo Corrochano, que en el toreo era modesto quien no podia ser otra cosa...
Diríamos que la soberbia de Guerrita y la de Joselito puecden ponerse como modelos de defectos privados que, al cabo, se hacen virtudes públicas por obra  del valor y el arte. Este es el caso de Luis Miguel, cumbre indudable de su momento, con la categoria que en el suyo tuvieron los excelsos nombres que acabamos de escribir: Ayer tuvo uno de esos gestos soberbios, ¡pero qué soberbiamente encajado en el centro de una formidable faena!. Ello ocurrió en el toro cuarto. Acababa de triunfar Manolo González.
Luis Miguel se convirtió en espectador de sí mismo: se proclamo en el número uno, se miró, se midió, y se volcó en una autocrítica.  Pero el público, que ya estaba entregado, que le aclamaba con delirio, no le admitió, como juez y parte.
La pasión de los adversarios, ya domeñada por el gran torero, se puso en pie, vibrante de in dignación, y lo sorprendente, lo extraordinario, es que se impuso.
Joselito le dijo al salir de la plaza; Luis Miguel lo indicó en medio de una faena
¿Comprendéis miles de aficionados que ayer os quedasteis sin billetes, lo que eso significada? Contar después de esto -que yo, por su propio bien, no le alabo- lo que ha sido incréible triunfo.
Triunfo sobre el toro, sobre la multitud y sobre él mismo.  Pudo, porque lo mereció, cortar las dos orejas y el rabo, porque mató muy bien, coronando una faena y una lidia completisima, sin que el toro se le fuera, plantándose como un centro en cuyo torno giraba el carrusel de las pasiones al son impuesto por quien puede y debe ser restaurador del toreo, que, repetimos, no es loable ejercicios de humildades, sino gesto, reto sostenido.  Reto a todo.  A todo para triunfar sobre todo.  Destacamos ampliamente esa nota, con su efecto y defecto psicológico, porque ella, con sus riesgos, es un camino olvidado, una norma que rompe compadrazgos.  Asi eran los toreros de otro tiempo.  (De las dos orejas cortadas, tiró una: paseó el ruedo entre el sostenido clamor del público).


Por Giraldillo.









LOS TOREROS 

DE MI MEMORIA.

 Por Joaquin Jesús Gordillo


EL MAESTRO 

EN LA MALAGUETA.

  

Acaba de concluir la Feria de Málaga. En la memoria ya, y en un lugar de honor, dos maestros: Enrique Ponce y Hermoso de Mendoza, y un torero de nueva hornada a quien le está costando Dios y ayuda abrise paso entre los mejores, Salvador Cortés.  Pero tiempo habrá de evocar sus hazañas; que hoy el recuerdo salta atrás en las paginas de la historia hasta cuarenta y seis años. 
Pero no hay por menos.  El 59 fue el año del "verano sangriento". Hemingway,
a quien siempre rodeaba una corte de bonvivant, flecos de la generación perdida, habia vuelto a Pamplona empujado por los recuerdos que dictaron pagina a pagina, el argumento de Fiesta, el encuentro entre el escritor, que se bebe la vida a grandisimas bocanadas, y el hijo de Cayetano, es inevitable.
Antonio baustizó al premio Nobel con el carñoso apodo de Papa Ernesto, y éste le devolvió el afecto haciendole protagonista de una historia que daria la vuelta al mundo. Pero en esta ocasión con nombre propio y no como ocurriera con El Niño de la Palma, cuya identidad se escondió -y menos mal- tras un apellido glorioso y también rondeño, Romero.
El sueño del viejo Dominguín se ha cumplido: su hijo Domingo apodera, a un tiempo, a otro de sus vástagos Luis Miguel -autoproclamado número uno -y su yerno Antonio Ordóñez  Araujo -un toreroimpar- de la mano de una administración conjunta nacieron una serie de carteles baustizados como competencia por los tirios -con el escritor norteamericano a la cabeza- y como negocio familiar por los troyanos -abanderados Guegorio Corrochano-.
Traté algo a Luis Miguel, me honro de haber sido amigo de Antonio; y conociendo -creo que con fundamento- la personalidad singular de ambos personajes, se me hace muy cuesta arriba que, por más pacto de familia que pudiera existir, las componendas no se fueran al garete cuando sonaba el clarin.  Y es que aquel verano, por más literario que fuera el término que lo adjetivó, resultó, realmente, sangriento.
Y el notario fue -partidista, si- Hemingway, hubo hule. ¡vaya si hubo hule!.
A lo largo del curso taurino Luis Miguel cayó en Valencia y en Bilbao; y Antonio en Aranjuez, Palma de Mallorca y Barcelona.
Por aquel entonces, la feria de Málaga se celebraba a partir del último domingo de Julio y andaba por los cuatro o cinco festejos.  Como ambos cuñado estaban heridos en esas fechas se organizó un mano a mano de caracter benefico para el 14 de agosto.  La Malagueta es el escenario de van a reaparecer ambas estrellas en competencia.  En los corrales hay encerrado seis "juanpedros" .
¿Se puede pedir más?...   El dicho sabado de corrida de "corrida de expetación"... se partió por gala en dos. Hagan cuentas si no: se cortaron diez orejas, tres rabos y dos patas.
y Antonio le ganó la partida de largo a un Luis Miguel triunfador.  Hechos que pertenecen a las mejores páginas de la Tauromaquia contemporánea y que yo evocaba estas tardes pasadas en la Malagueta mientras -salvo excepciones horosas -primaba la vulgaridad. (Y mi paisano y colega José Maria Vallejo, que tiene memoria de elefante,  me recordaba que Luis Miguel saslió vestido de blanco y azabache, Antonio de ¿crema y oro, y que el sobresaliente pudo ser Pepe Ortiz -fallecido recientemente- entonce novillero).
  

recopilado por Manuel Artero. 
 

jueves, 23 de marzo de 2017

MOMENTOS ESTELARES DE LA TAUROMAQUIA



MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.

La muerte de Blanquet

Ningún banderillero, a lo largo de la historia, logró el reconocimiento que en vida tuvo Enrique Belenguer "Blanquet"
Su vida taurina va ligada indefectiblemente a la del gran GALLITO y, definitivamente, la estela de ambos se aunó aquel 15 de Agosto de 1.926, cuando el inmenso banderillero valenciano murió en Sevilla, montado en un tren y v estido de luces, victima de un infarto. 
Gregorio Corrochano vivió aquel deceso en primera persona, y con su estilo directo dió cuenta de aquella muerte, y de lo que Blanquet significó en el toreo, en una crónica bellísima.

  
La aceleración de la fiesta de toros, que ha unido las plazas con las estaciones de ferrocarril por una ruta de vértigo, sacó a los toreros del coso sevillano y les depositó en el tren, vestido de seda, plata y oro...  El tren iba a partir... Hay voces de alarma que demandan un médico.
Acude el doctor Sánchez Mejías, que está despidiendo a su hermano, y bajan a un torero: le pasan desarticulado, pálido y frio, con el traje de plata, más que desabrocharlo, desgarrado por sus compañeros, que buscaron con sus manos, al descoser, alivio a la congoja.
El tren partia, en tanto,  lentamente, muy lentamente, como si no quisiera irse sin noticias concretas del suceso.
Los viajeros, en las ventanillas, han sustituido los adioses por la interrogación.
"¿Quién es?"  "Es Blanquet, es Blanquet", dicen por el andén, y cuando el tren va a salir ya de la bóveda de la estación un hombre vocea "Ha muerto."
La muerte de Blanquet resucita una vida.
Se habla de Blanquet y de Joselito era Blanquet, que se quedó unos años más, como recuerdo vivo.
Para José no era Blanquet un peón, era la prolongación de su capote, el imperativo de sus caprichos y de sus ensayos de lidiador.
Con una mirada le mandaba, y con una palabra, repetida nerviosamente, para acelerar el cumplimiento, le detenía: "Vete, vete, vete...", y Blanquet saltaba ágilmente la barrera.
Se recuerda aquel toro de Martínez que lidiaron los dos solos en Madrid.
Corre el tren de Sevilla a Códoba, y el campo andaluz, con calor de agosto, que ni la noche espanta, trae aire de calentura, tan propicio a la evocación y al delirio.  ¿Qué era Blanquet en el toreo?, Era la disciplina. El hombre que sale a cumplir una vocación contraída con el jefe de la cuadrilla.
Conocedor del toreo -¿vamos a escribir como ninguno?-, salía a trabajar como le convenía al matador.
Ni dio un capotazo ineficaz, ni buscó un aplauso con un recurso premeditado.
Toreaba como si estuvieran solos Joselito y él.
Si las palmadas se hacian eco de su labor, parecía no enterarse, como si no quisiera debilitar el éxito repartiéndole y dejara su parte a la cuenta del matador.
Era la disciplina.
Estaba tan en la médula del toreo, que no intentó nada que no fuera adecuado.
La lidia, tan amplia, que da espacio holgado y anchuroso a todos los estilos, tiene unas normas fundamentales, guiones indestructibles, a los que se sometió siempre Blanquet con una disciplina que se lleva. ¿A quién se parecía?.
Habrá que buscarle antecedentes en Juan Molina...
La muerte le rondaba ya en la tarde del domingo... Se les quejó a los compañeros de un dolor en el lado izquierdo del pecho que le bajaba por el brazo. Nosotros avertimos que algo anormal le ocurria a Blanquet.
Le ocurría qué por muy escondida que llegue la muerte, se la siente llegar.
Esta última corrida la toreó con Sánchez Mejías, que estimaba como pocos los méritos excepcionales de Blanquet.
En Sevilla le dijo Ignacio, en la preparación de un tercio de banderillas:
-Vete, vete, vete...
Y esta vez se fue.
Se fue con Joselito...

Bonito articulo de Gregorio  Corrochano.-












MOMENTOS ESTELARES 
DE LA TAUROMAQUIA.

JOSE Y JUAN EN MADRID:
La rivalidad está servida.-

Joselito El Gallo y Juan Belmonte alternaron por primera vez como matadores de toros en Barcelona, el 15 de Marzo de 1.914, y luego en una feria de Abril en la que las pasiones se desataron. 
Aquella efervescencia  culminó en Madrid el 2 de mayo siguiente, antes un encierro de Contreras.
Aquella corrida, trascendental, marcó lo que fueron los seis años más brillantes de la Edad de Oro.
José de la Loma "Don Modesto" supo captar muy bien esa tarde decisiva y, con un gracejo habitual, así lo contó.




 Si no me engaña la memoria, la plaza de toros de Madrid se inauguró en un dia de junio de 1.874.
Han transcurrido, pues, cuarenta años, o yo no se una palabra de arimética elemental.
Bueno, pues en esos cuarenta años, lo juro por la gloria de mis abuelos y por mi honor de hidalgo castellano, no se ha realizado una faena de muleta tan enorme, tan formidable, tan mostruosa, tan... increible como la que realizó ayer, 2 de Mayo de 1.914, Juan Belmonte, torero, natural de Sevilla, del barrio de Triana...
Y Juan Belmonte, que es muy feo, dicho sea sin animo de ofender, en estos supremos instantes de la lidia -de su lidia, no de la lidisa vulgar y corriente- se transfigura hasta alcanzar el grado mayor de belleza que pudieran concebir la imaginación de Fidias y Praxiteles.
¡1.874!- ¡1.914!, he aqui dos fechas que se grabarán con carecteres   de fuego en la memoria de la afición...
Ayer -primer encuentro de Joselito y Belmonte en el ruedo madrileño- ha sido el dia, indudablemente, en que ha alcanzado mayor grado de efervescencia de la afición a los toros...
Ayer Joselito traía ganas de pelea. Está en la fuerza de la vida, y sangre joven se enardece en cuanto los clarines anuncian el principio del espectáculo...
Salió el quinto, y aquí el muchaco, que apreció sus buenas cualidades, puso cátedra de toreeo y arrancó una de la ovaciones más formidables que se han oído en la plaza de Madrid.
Con las banderillas, metió cuatro pares superiores, especialmente el último, puesto de dentro a fuera y en terreno tan apretado que tuvo que subirse en el estribo para engendrar el arranque. ¡Golosal!.
Requierió luego espada y muleta,  y solo, en los tercios, del 3, trasteó a su enemigo, ceñido, inteligente, con pases de todas las marcas y todos los estilos.
El cornúpeto obedecia al torero, como inocente corderillo.
Citó a recibir dos veces pero el bruto no le acudió.
Y, al fin, en corto y al volapié, metió una media en la misma cruz, que hizo doblar.
Faena de un gran torero, de un inconmensurable torero... El público enloquece con la maravillosa labor de este niño maravilloso, y un clamoreo general pidió la oreja para el muchacho.
El presidente vaciló unos instantes y accedió al fin.
¡Joselito I, El Sabio ! salió el último. Belmonte salió a su encuentro y se abrió de capa.
Siete lances estupendos, tres de ellos sin enmendarse. Cogiendo al bruto empapado en el percal, metiéndole en el estómago y sacándole con un artistico movimiento de brazos.
¿Y los pies? Como si se lo hubiese cortado por encima del tobillo.
¡Que manera de parar!  ¡Que manera de jugar las muñecas!.
Rugió el público. Belmonte seguía toreando, cada vez más metido dento del toro...
Un pase ayudado por alto, formidable; uno natural, girando sobre los talones, estupendo; un molinete, otro, dos otres pases de rodillas, siempre pasándose el toro entero por delante del pecho y siempre con los pies clavados en la arena, como si tuviera tornillos.
Cada muletazo era una explosión. La multitud, congestionada, se había puesto en pie, ya ronca de gritar...
¿Fenomeno? Si señores, le dije el primer dia que le vi torear y ahora lo repitio...
 
 Articulo de Don Modesto.-






     

MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.

EL ADIOS DE BELMONTE 
A MADRID

El 22 de Septiembre de 1.935 se despidió de Madrid Juan Belmionte paseando tres orejas y un rabo.
Aquel adios, pleno de añoranzas, lo dio con la satisfación del deber cumplido, pues la senda del nuevo toreo, que el mismo comenzó a marcar veintidós años atras quedaba ya plenamente afirmada. 
Su toreo sobre los brazos fue el maximo exponente de la evolución de un arte sublime. El que sigue en un pasaje de la crónica que ese dia escribió en las paginas de "El Liberal"


La extraordinaria actuación comenzó en los primeros lances a un bravisimo "coquilla" que se rompió un cuerno... y que fue devuleto y sustituido por otro de Lorenzo Rodríguez, que fue mansurrón.
No obtante, a este toro le volvió a prender en los vuelos de su capote y con ritmo suabemente templado -sin ese temple no hay belleza- dio una serie de verónicas que remató con media Belmontina.
Aqui se alzó el clamor de la multitud, que ya no tuvo interrupción durante toda la tarde.
La faena de muleta fue un compendio de bellezas y majestuosidades. El arte soberano del artifice de esta escuelasu fue poniendo de manifiesto en aquellos pases por alto, de pecho, molinetes, todos ellos metidos -hombre y fiera- en un metro de terreno.
La franela roja servía para castigar y acariciar a la vez. Era una obra perfecta de arte. Yo habia escrito hace poco que Belmonte estaba en el mejor momento de su vida y, aquella afirmación la corrobotaba la faena. 
Era Juan Belmonte, idolo de multitudes, con todas aquellas temeridades de novillero; pero dando a los lances ritmo de eternidad, dejando que los pitones le fueron punteando el cuerpo, pero sin que una vez siquiera le tropezaran, porque el muletazo era el conjunto de perfecciones.
La obra cumbre del Maestro. los espectadores no salian de su asombro.
Se había escrito tanto en contra de "Terremoto" que se le habia hecho pensar que, desposeído de toda dignidad, iba recorriendo las plazas para explotar su nombre en busca de unas pesetas.
Pero cuando se convenció de que lo dicho era obra de unos hombres falaces, que Belmonte era Belmonte, sín más adjetivos, se puso en pie para aclamarle con los mismos brios y entusiasmo que habia puesto siempre para agigantar la obra del MAESTRO.
Mató de un pinchazo y una estocada, se le concedió la oreja, dio la vuelta al ruedo, salió a los medios y cuando se retiró al estribo todasvia continuaba resonando el eco de uasn estruendosa salva de aplausos.
En el cuarto de la tarde fue la misma obra, corregida y aumentada... El toro era manso, habia huido de los picadores, como después de los banderilleros, y llegó al tercio final refugiandose y defendiendose en las tablas.
Acostumbrada la nueva generación de aficionados a las faena de "pasa torito",  creyó que Belmonte no iba a hacer nada; pero se llevó otra nueva sorpresa cuando el torero mandó retirar a la gente.
Se quedó solo, le metió la muleta en el hocicos, y consintiendolo y tirando de él le hizo pasar cuantas veces le vino en gana, se hizo con el enemigo, hasta dar la sensación de que estaba toreando a un toro bravo.
Montó la espada a dos centimetros de los pitones... y se volcó sobre el morrillo de la fiera, que cayó al suelo sin puntilla de un magnifico volapie en todo lo alto.
Diríase que en la plaza se hizo un silencio de muerte: Parecia que nadie se atrevia a salir de su sueño, pero de pronto, como si la multitud se hubiese emborrachado, gritó hasta enronquecer: "¡Bravo! ¡no te vayas!  ¡Quedate!" . Y millones de voces lo repetían, como si fuera el estribillo de una canción ensayada antes de ponerla en escena...
Belmonte dio dos vueltas al ruedo y la ovación ya no acabó hasta que el torero abandonó la plaza Monumental.

Del cronista Alfonso.
       

LOS TOREROS DE 

MI MEMORIA.

DEGENERANDO
Por JOAQUIN JESUS GORDILLO 




 Brindo por el señor Alcalde, que representa a esta noble ciudad; por el triunfo del Ejército y la Armada en la guerra con los Estados Unidos, y hago votos porque los corazones de todos los españoles vibren al unisono en el sacro santo nombre de la patria.
Que así de ampuloso y largo y elaborado fue el texto del brindis pronunciado por don Luis Mazzantini y Eguia, en la plaza de Sevilla con lamocasión de la Corrida Patriótica organizada en 1.918 a beneficio de los combatientes en Cuba.
Y luego ya se sabe que todo -la guerra digo- terminó para nosotros como "el rosario de la aurora" y que las relaciones con el macro "imperio" norteamericano no han sido -y menos ahora- un modelo de fraternidad ni convivencia las más de las veces. 
Y en esta razones me detenia el pasado dia 8, ocupando en ellas mis memoria, durante un viaje entre Sevilla y Malaga, y todo a cuenta de que, durante la mañana un compañero al que admiro y respeto, Antonio Garcia Barbeito había leído en Espartina un manifiesto -obra de su magin- en el curso de un acto convocado por el Consistorio, en defensa de la fiesta, como parte del programa de actos que ha rodeado la inauguración del coso aljarafeño.
Los toros y la "res pública"... 
Y ahora que nuestro planeta es tan  "incorrecto politicamente"; para algunos, al menos, lo que no siempre fuere de este "indeseable modo".
Garcia Barnbeito -y en esos mismos extremos le hice saber mi opinión- acababa de firmar en el coso, prácticamente nonato, la primera faena de Puerta Grande, y en su exposición, emocionante y colorida, puramente sevillana, a corazón abierto; acertó a dar protagonismo al singular "tumbatoros" de Elgoibar quien, con su valor macizo y el solo poder de su espada, se mantuvo en la cabeza del escalafón mas de diez años y hasta se midió con Lagartijo y Frascuelo, sin que le dolieran prendas.
Don Luis, hombre culto y refinado, educado en Bilbao y en Marsella y en algunas ciudades italianas, dejó los toros al poco de nacer el siglo XX -bien "cubierto el riñón", se dice, por una fortuna cifradsa en cinco millones de pesetas de las de entonces-, y tras de abandonar el traje de luces se instaló para siempre en la lebita y la chistera, prenda que ya habian sido, desde el primer dia de su vida pública, su uniforme "civil" y, asi vestido, se pasó con armas y bagajes al proceloso mundo de la politica en el que alcanzó los "galones" de concejal del Ayuntamiento de Madrid, teniente de Alcalde del distrito capitalino de Chamberí  diputado y gobernador civil.
Preguntado don Luis Mazzantini -referia en su manifiesto Antonio Garcia Barbeito- cómo habia llegado a politico desde su anterior y brillante dedicación de figura del toreo, parece que contestó lacónico y como asumiendo una buena dosis de culpabilidad: -"Degenerando, degenerando...".
La regeneración es bastante más complicada y anda ahora en manos de la Ciencia que balbucea, entre embriones y células madres; si es que los politicos y otros poderosos grupos de presión no terminan por echarlo todo a rodar.
En el mejor de los casos, falta todavia un razonable plazo de tiempo para que el proposito de los investigadores -insisto siempre que los dejen- llegue a feliz puerto. Que no vendria nada mal, ¡eh! y especialmente para determinada "clase" que, a poco que se descuida enseña las verguenzas y muda el "digo" por el "Diego" como si se tratara de la actitud más razonable y natural del mundo.
De modo y manera que al lector amable y al afisionado avisado no debe extrañarle mucho que "mi memoria" se haya llegado hasta un personaje de la que Néstor Luján bautiza ya como Edad de Oro; pese a que en la cita aljarafeña que he mencionado antes; pude ver al Maestro Pepe Luis Vázquez..., ¡dioses de la tauromaquia; a Paco Ojeda, a Juan Antonio Ruiz "Espartaco", a Francisco Rivera Ordoñez, a Manolo Cortés, a Fernando Cepeda, a José Antonio Morante de la Puebla, a José Antonio Campuzano, a Eduardo Dávila Miura... protagonistas de mil hazañas que he gozado y recuerdo.




MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

ES DE RONDA Y SE LLAMA CAYETANO




Nunca en la historia del peridismo taurino una expresión fue tan rotunda, tan determinante. No era el titulo de una crónica, sino que daba cuenta de un novillero que, aquel 28 de mayo de 1.925, iba a presentarse en Madrid. Gregorio Corrochano en ABC, de forma harto imaginativa, hiló aquella presentación y la englobó en algo ya entonces plenamente sentidode lo que hacía partícipe a Cayetano Ordoñez: el toreo sobre los brazos. 
Para ello se sirvió de la "Toería del toreo"de don Amós Salvador, una tauromaquia escrita en 1.908, genial en sus apariciones pero muchos años inédita. Este fragmento es el más determinante de aquel texto magistral, que recuperamos dias antes de que en Ronda debute otro Cayetano, el bisnieto de aquel torero genial de la Edad de Plata.


El perfil del dia es en Madrid un torero. La curiosidad lleva hoy camino de la plaza de toros, donde se presenta El Niño de la Palma, ese muchacho que es de Ronda y se llama Cayetano...
El Niño de la Palma es un niño que trae ruido de hombre... hace falta el torero joven que las épocas de paralización vino a poner en marcha el toreo.
¿Va a ser éste El Niño de la Palma?. Condiciones tiene; pero... 
Lo cuenta don Amós Salvador en un tratado de Tauromaquia, que se llama Teoría del toreo, inédito... Don Amós Salvador temia que sus cuadrillas cayeran  en manos de un chico de la Prensa. 
Uno de estos chicos se ha tapado con el libro a la par que se tapó con un torero que por sus condiciones es una gran esperanza de la fiesta y quiero acoplar las dos circunstancia por si logro hacerlas coincidir.
Sienta don Amós como principio fundamental del toreo dos maneras de engañar a los toros, que constituyen dos toreos distintos.
El uno, movido, el otro quieto; uno de agilidad, otro de inteligencia; uno de pies, otro de brazos; uno malo por lo inquieto e indisciplinado; otro bueno, único recomendable, por lo clásico y elegante a estos llama él los verdaderos toreros.
Para realizar toda suerte -dice la Teoría del toreo, de don Amós- debe colocarse el torero en la dirección del toro, y de este momento el toro queda interpuesto en el terreno del torero, y éste en el de aquel, de modo que si el toro va por el suyo, y en su dirección, debe coger, a menos que para impedirlo se interponga una suerte destinada a desviarlo. 
Pero esto puede hacerse de dos maneras; consiste la primera en señalar un terreno y darle una salida por medio del engaño, sacando y extendiendo los brazos, con lo cual se le lleva de su linea, quedándose quieto el torero, consiste el otro en dejarle empapado en el engaño y en su propia derección y salirse de ella moviendo los pies.
¡La diferencia es colosal!...En una el torero está quieto y se cansa menos, porque sólo maneja los brazos, y se repone con sólo girar sobre los talones.
En la otra agota sus fuerzas por el bailoteo, y el giro es más extenso.
En la una el engaño sirve para quitarselo de encima; en la otra sólo sive para contenerle o distraerle la cabeza para evitar el hachazo.
Es una gira del toro alrededor del torero; en la otra es el torero el que gira al rededor del toro, en suma, de un modo se torea al toro, mientras que del otro el que resulta toreado es el torero ¡ y este último no entra, que yo sepa, en el arte de torear, sino en el de ser toreado!".
Una circunstacia ocasional me ha hecho leer el manuscrito de don Amós Salvador... el dia que se anuncia que va a torear en Madrid ese muchacho que es de Ronda y se llama Cayetano, el nombtre es del torero; el pueblo también. Condiciones tiene; ya lo has visto. 
Y porque temo que los muchos vicios taurinos, que hay que escardar como la mala semilla, influyan en su toreo, le dedico, por si de algo le sirviesen, estas puras ideas del arte del torear que acabo de leer.


de Gregorio Corrochano.

continuare poniendo mas articulos.-