MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
La muerte de Blanquet
Ningún banderillero, a lo largo de la historia, logró el reconocimiento que en vida tuvo Enrique Belenguer "Blanquet".
Su vida taurina va ligada indefectiblemente a la del gran GALLITO y, definitivamente, la estela de ambos se aunó aquel 15 de Agosto de 1.926, cuando el inmenso banderillero valenciano murió en Sevilla, montado en un tren y v estido de luces, victima de un infarto.
Gregorio Corrochano vivió aquel deceso en primera persona, y con su estilo directo dió cuenta de aquella muerte, y de lo que Blanquet significó en el toreo, en una crónica bellísima.
La aceleración de la fiesta de toros, que ha unido las plazas con las estaciones de ferrocarril por una ruta de vértigo, sacó a los toreros del coso sevillano y les depositó en el tren, vestido de seda, plata y oro... El tren iba a partir... Hay voces de alarma que demandan un médico.
Acude el doctor Sánchez Mejías, que está despidiendo a su hermano, y bajan a un torero: le pasan desarticulado, pálido y frio, con el traje de plata, más que desabrocharlo, desgarrado por sus compañeros, que buscaron con sus manos, al descoser, alivio a la congoja.
El tren partia, en tanto, lentamente, muy lentamente, como si no quisiera irse sin noticias concretas del suceso.
Los viajeros, en las ventanillas, han sustituido los adioses por la interrogación.
"¿Quién es?" "Es Blanquet, es Blanquet", dicen por el andén, y cuando el tren va a salir ya de la bóveda de la estación un hombre vocea "Ha muerto."
La muerte de Blanquet resucita una vida.
Se habla de Blanquet y de Joselito era Blanquet, que se quedó unos años más, como recuerdo vivo.
Para José no era Blanquet un peón, era la prolongación de su capote, el imperativo de sus caprichos y de sus ensayos de lidiador.
Con una mirada le mandaba, y con una palabra, repetida nerviosamente, para acelerar el cumplimiento, le detenía: "Vete, vete, vete...", y Blanquet saltaba ágilmente la barrera.
Se recuerda aquel toro de Martínez que lidiaron los dos solos en Madrid.
Corre el tren de Sevilla a Códoba, y el campo andaluz, con calor de agosto, que ni la noche espanta, trae aire de calentura, tan propicio a la evocación y al delirio. ¿Qué era Blanquet en el toreo?, Era la disciplina. El hombre que sale a cumplir una vocación contraída con el jefe de la cuadrilla.
Conocedor del toreo -¿vamos a escribir como ninguno?-, salía a trabajar como le convenía al matador.
Ni dio un capotazo ineficaz, ni buscó un aplauso con un recurso premeditado.
Toreaba como si estuvieran solos Joselito y él.
Si las palmadas se hacian eco de su labor, parecía no enterarse, como si no quisiera debilitar el éxito repartiéndole y dejara su parte a la cuenta del matador.
Era la disciplina.
Estaba tan en la médula del toreo, que no intentó nada que no fuera adecuado.
La lidia, tan amplia, que da espacio holgado y anchuroso a todos los estilos, tiene unas normas fundamentales, guiones indestructibles, a los que se sometió siempre Blanquet con una disciplina que se lleva. ¿A quién se parecía?.
Habrá que buscarle antecedentes en Juan Molina...
La muerte le rondaba ya en la tarde del domingo... Se les quejó a los compañeros de un dolor en el lado izquierdo del pecho que le bajaba por el brazo. Nosotros avertimos que algo anormal le ocurria a Blanquet.
Le ocurría qué por muy escondida que llegue la muerte, se la siente llegar.
Esta última corrida la toreó con Sánchez Mejías, que estimaba como pocos los méritos excepcionales de Blanquet.
En Sevilla le dijo Ignacio, en la preparación de un tercio de banderillas:
-Vete, vete, vete...
Y esta vez se fue.
Se fue con Joselito...
Bonito articulo de Gregorio Corrochano.-
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
JOSE Y JUAN EN MADRID:
La rivalidad está servida.-
Joselito El Gallo y Juan Belmonte alternaron por primera vez como matadores de toros en Barcelona, el 15 de Marzo de 1.914, y luego en una feria de Abril en la que las pasiones se desataron.
Aquella efervescencia culminó en Madrid el 2 de mayo siguiente, antes un encierro de Contreras.
Aquella corrida, trascendental, marcó lo que fueron los seis años más brillantes de la Edad de Oro.
José de la Loma "Don Modesto" supo captar muy bien esa tarde decisiva y, con un gracejo habitual, así lo contó.
Si no me engaña la memoria, la plaza de toros de Madrid se inauguró en un dia de junio de 1.874.
Han transcurrido, pues, cuarenta años, o yo no se una palabra de arimética elemental.
Bueno, pues en esos cuarenta años, lo juro por la gloria de mis abuelos y por mi honor de hidalgo castellano, no se ha realizado una faena de muleta tan enorme, tan formidable, tan mostruosa, tan... increible como la que realizó ayer, 2 de Mayo de 1.914, Juan Belmonte, torero, natural de Sevilla, del barrio de Triana...
Y Juan Belmonte, que es muy feo, dicho sea sin animo de ofender, en estos supremos instantes de la lidia -de su lidia, no de la lidisa vulgar y corriente- se transfigura hasta alcanzar el grado mayor de belleza que pudieran concebir la imaginación de Fidias y Praxiteles.
¡1.874!- ¡1.914!, he aqui dos fechas que se grabarán con carecteres de fuego en la memoria de la afición...
Ayer -primer encuentro de Joselito y Belmonte en el ruedo madrileño- ha sido el dia, indudablemente, en que ha alcanzado mayor grado de efervescencia de la afición a los toros...
Ayer Joselito traía ganas de pelea. Está en la fuerza de la vida, y sangre joven se enardece en cuanto los clarines anuncian el principio del espectáculo...
Salió el quinto, y aquí el muchaco, que apreció sus buenas cualidades, puso cátedra de toreeo y arrancó una de la ovaciones más formidables que se han oído en la plaza de Madrid.
Con las banderillas, metió cuatro pares superiores, especialmente el último, puesto de dentro a fuera y en terreno tan apretado que tuvo que subirse en el estribo para engendrar el arranque. ¡Golosal!.
Requierió luego espada y muleta, y solo, en los tercios, del 3, trasteó a su enemigo, ceñido, inteligente, con pases de todas las marcas y todos los estilos.
El cornúpeto obedecia al torero, como inocente corderillo.
Citó a recibir dos veces pero el bruto no le acudió.
Y, al fin, en corto y al volapié, metió una media en la misma cruz, que hizo doblar.
Faena de un gran torero, de un inconmensurable torero... El público enloquece con la maravillosa labor de este niño maravilloso, y un clamoreo general pidió la oreja para el muchacho.
El presidente vaciló unos instantes y accedió al fin.
¡Joselito I, El Sabio ! salió el último. Belmonte salió a su encuentro y se abrió de capa.
Siete lances estupendos, tres de ellos sin enmendarse. Cogiendo al bruto empapado en el percal, metiéndole en el estómago y sacándole con un artistico movimiento de brazos.
¿Y los pies? Como si se lo hubiese cortado por encima del tobillo.
¡Que manera de parar! ¡Que manera de jugar las muñecas!.
Rugió el público. Belmonte seguía toreando, cada vez más metido dento del toro...
Un pase ayudado por alto, formidable; uno natural, girando sobre los talones, estupendo; un molinete, otro, dos otres pases de rodillas, siempre pasándose el toro entero por delante del pecho y siempre con los pies clavados en la arena, como si tuviera tornillos.
Cada muletazo era una explosión. La multitud, congestionada, se había puesto en pie, ya ronca de gritar...
¿Fenomeno? Si señores, le dije el primer dia que le vi torear y ahora lo repitio...
Articulo de Don Modesto.-
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
EL ADIOS DE BELMONTE
A MADRID
El 22 de Septiembre de 1.935 se despidió de Madrid Juan Belmionte paseando tres orejas y un rabo.
Aquel adios, pleno de añoranzas, lo dio con la satisfación del deber cumplido, pues la senda del nuevo toreo, que el mismo comenzó a marcar veintidós años atras quedaba ya plenamente afirmada.
Su toreo sobre los brazos fue el maximo exponente de la evolución de un arte sublime. El que sigue en un pasaje de la crónica que ese dia escribió en las paginas de "El Liberal"
La extraordinaria actuación comenzó en los primeros lances a un bravisimo "coquilla" que se rompió un cuerno... y que fue devuleto y sustituido por otro de Lorenzo Rodríguez, que fue mansurrón.
No obtante, a este toro le volvió a prender en los vuelos de su capote y con ritmo suabemente templado -sin ese temple no hay belleza- dio una serie de verónicas que remató con media Belmontina.
Aqui se alzó el clamor de la multitud, que ya no tuvo interrupción durante toda la tarde.
La faena de muleta fue un compendio de bellezas y majestuosidades. El arte soberano del artifice de esta escuelasu fue poniendo de manifiesto en aquellos pases por alto, de pecho, molinetes, todos ellos metidos -hombre y fiera- en un metro de terreno.
La franela roja servía para castigar y acariciar a la vez. Era una obra perfecta de arte. Yo habia escrito hace poco que Belmonte estaba en el mejor momento de su vida y, aquella afirmación la corrobotaba la faena.
Era Juan Belmonte, idolo de multitudes, con todas aquellas temeridades de novillero; pero dando a los lances ritmo de eternidad, dejando que los pitones le fueron punteando el cuerpo, pero sin que una vez siquiera le tropezaran, porque el muletazo era el conjunto de perfecciones.
La obra cumbre del Maestro. los espectadores no salian de su asombro.
Se había escrito tanto en contra de "Terremoto" que se le habia hecho pensar que, desposeído de toda dignidad, iba recorriendo las plazas para explotar su nombre en busca de unas pesetas.
Pero cuando se convenció de que lo dicho era obra de unos hombres falaces, que Belmonte era Belmonte, sín más adjetivos, se puso en pie para aclamarle con los mismos brios y entusiasmo que habia puesto siempre para agigantar la obra del MAESTRO.
Mató de un pinchazo y una estocada, se le concedió la oreja, dio la vuelta al ruedo, salió a los medios y cuando se retiró al estribo todasvia continuaba resonando el eco de uasn estruendosa salva de aplausos.
En el cuarto de la tarde fue la misma obra, corregida y aumentada... El toro era manso, habia huido de los picadores, como después de los banderilleros, y llegó al tercio final refugiandose y defendiendose en las tablas.
Acostumbrada la nueva generación de aficionados a las faena de "pasa torito", creyó que Belmonte no iba a hacer nada; pero se llevó otra nueva sorpresa cuando el torero mandó retirar a la gente.
Se quedó solo, le metió la muleta en el hocicos, y consintiendolo y tirando de él le hizo pasar cuantas veces le vino en gana, se hizo con el enemigo, hasta dar la sensación de que estaba toreando a un toro bravo.
Montó la espada a dos centimetros de los pitones... y se volcó sobre el morrillo de la fiera, que cayó al suelo sin puntilla de un magnifico volapie en todo lo alto.
Diríase que en la plaza se hizo un silencio de muerte: Parecia que nadie se atrevia a salir de su sueño, pero de pronto, como si la multitud se hubiese emborrachado, gritó hasta enronquecer: "¡Bravo! ¡no te vayas! ¡Quedate!" . Y millones de voces lo repetían, como si fuera el estribillo de una canción ensayada antes de ponerla en escena...
Belmonte dio dos vueltas al ruedo y la ovación ya no acabó hasta que el torero abandonó la plaza Monumental.
Del cronista Alfonso.
LOS TOREROS DE
MI MEMORIA.
DEGENERANDO
Por JOAQUIN JESUS GORDILLO
Brindo por el señor Alcalde, que representa a esta noble ciudad; por el triunfo del Ejército y la Armada en la guerra con los Estados Unidos, y hago votos porque los corazones de todos los españoles vibren al unisono en el sacro santo nombre de la patria.
Que así de ampuloso y largo y elaborado fue el texto del brindis pronunciado por don Luis Mazzantini y Eguia, en la plaza de Sevilla con lamocasión de la Corrida Patriótica organizada en 1.918 a beneficio de los combatientes en Cuba.
Y luego ya se sabe que todo -la guerra digo- terminó para nosotros como "el rosario de la aurora" y que las relaciones con el macro "imperio" norteamericano no han sido -y menos ahora- un modelo de fraternidad ni convivencia las más de las veces.
Y en esta razones me detenia el pasado dia 8, ocupando en ellas mis memoria, durante un viaje entre Sevilla y Malaga, y todo a cuenta de que, durante la mañana un compañero al que admiro y respeto, Antonio Garcia Barbeito había leído en Espartina un manifiesto -obra de su magin- en el curso de un acto convocado por el Consistorio, en defensa de la fiesta, como parte del programa de actos que ha rodeado la inauguración del coso aljarafeño.
Los toros y la "res pública"...
Y ahora que nuestro planeta es tan "incorrecto politicamente"; para algunos, al menos, lo que no siempre fuere de este "indeseable modo".
Garcia Barnbeito -y en esos mismos extremos le hice saber mi opinión- acababa de firmar en el coso, prácticamente nonato, la primera faena de Puerta Grande, y en su exposición, emocionante y colorida, puramente sevillana, a corazón abierto; acertó a dar protagonismo al singular "tumbatoros" de Elgoibar quien, con su valor macizo y el solo poder de su espada, se mantuvo en la cabeza del escalafón mas de diez años y hasta se midió con Lagartijo y Frascuelo, sin que le dolieran prendas.
Don Luis, hombre culto y refinado, educado en Bilbao y en Marsella y en algunas ciudades italianas, dejó los toros al poco de nacer el siglo XX -bien "cubierto el riñón", se dice, por una fortuna cifradsa en cinco millones de pesetas de las de entonces-, y tras de abandonar el traje de luces se instaló para siempre en la lebita y la chistera, prenda que ya habian sido, desde el primer dia de su vida pública, su uniforme "civil" y, asi vestido, se pasó con armas y bagajes al proceloso mundo de la politica en el que alcanzó los "galones" de concejal del Ayuntamiento de Madrid, teniente de Alcalde del distrito capitalino de Chamberí diputado y gobernador civil.
Preguntado don Luis Mazzantini -referia en su manifiesto Antonio Garcia Barbeito- cómo habia llegado a politico desde su anterior y brillante dedicación de figura del toreo, parece que contestó lacónico y como asumiendo una buena dosis de culpabilidad: -"Degenerando, degenerando...".
La regeneración es bastante más complicada y anda ahora en manos de la Ciencia que balbucea, entre embriones y células madres; si es que los politicos y otros poderosos grupos de presión no terminan por echarlo todo a rodar.
En el mejor de los casos, falta todavia un razonable plazo de tiempo para que el proposito de los investigadores -insisto siempre que los dejen- llegue a feliz puerto. Que no vendria nada mal, ¡eh! y especialmente para determinada "clase" que, a poco que se descuida enseña las verguenzas y muda el "digo" por el "Diego" como si se tratara de la actitud más razonable y natural del mundo.
De modo y manera que al lector amable y al afisionado avisado no debe extrañarle mucho que "mi memoria" se haya llegado hasta un personaje de la que Néstor Luján bautiza ya como Edad de Oro; pese a que en la cita aljarafeña que he mencionado antes; pude ver al Maestro Pepe Luis Vázquez..., ¡dioses de la tauromaquia; a Paco Ojeda, a Juan Antonio Ruiz "Espartaco", a Francisco Rivera Ordoñez, a Manolo Cortés, a Fernando Cepeda, a José Antonio Morante de la Puebla, a José Antonio Campuzano, a Eduardo Dávila Miura... protagonistas de mil hazañas que he gozado y recuerdo.
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DE LA TAUROMAQUIA.
ES DE RONDA Y SE LLAMA CAYETANO
Nunca en la historia del peridismo taurino una expresión fue tan rotunda, tan determinante. No era el titulo de una crónica, sino que daba cuenta de un novillero que, aquel 28 de mayo de 1.925, iba a presentarse en Madrid. Gregorio Corrochano en ABC, de forma harto imaginativa, hiló aquella presentación y la englobó en algo ya entonces plenamente sentidode lo que hacía partícipe a Cayetano Ordoñez: el toreo sobre los brazos.
Para ello se sirvió de la "Toería del toreo"de don Amós Salvador, una tauromaquia escrita en 1.908, genial en sus apariciones pero muchos años inédita. Este fragmento es el más determinante de aquel texto magistral, que recuperamos dias antes de que en Ronda debute otro Cayetano, el bisnieto de aquel torero genial de la Edad de Plata.
El perfil del dia es en Madrid un torero. La curiosidad lleva hoy camino de la plaza de toros, donde se presenta El Niño de la Palma, ese muchacho que es de Ronda y se llama Cayetano...
El Niño de la Palma es un niño que trae ruido de hombre... hace falta el torero joven que las épocas de paralización vino a poner en marcha el toreo.
¿Va a ser éste El Niño de la Palma?. Condiciones tiene; pero...
Lo cuenta don Amós Salvador en un tratado de Tauromaquia, que se llama Teoría del toreo, inédito... Don Amós Salvador temia que sus cuadrillas cayeran en manos de un chico de la Prensa.
Uno de estos chicos se ha tapado con el libro a la par que se tapó con un torero que por sus condiciones es una gran esperanza de la fiesta y quiero acoplar las dos circunstancia por si logro hacerlas coincidir.
Sienta don Amós como principio fundamental del toreo dos maneras de engañar a los toros, que constituyen dos toreos distintos.
El uno, movido, el otro quieto; uno de agilidad, otro de inteligencia; uno de pies, otro de brazos; uno malo por lo inquieto e indisciplinado; otro bueno, único recomendable, por lo clásico y elegante a estos llama él los verdaderos toreros.
Para realizar toda suerte -dice la Teoría del toreo, de don Amós- debe colocarse el torero en la dirección del toro, y de este momento el toro queda interpuesto en el terreno del torero, y éste en el de aquel, de modo que si el toro va por el suyo, y en su dirección, debe coger, a menos que para impedirlo se interponga una suerte destinada a desviarlo.
Pero esto puede hacerse de dos maneras; consiste la primera en señalar un terreno y darle una salida por medio del engaño, sacando y extendiendo los brazos, con lo cual se le lleva de su linea, quedándose quieto el torero, consiste el otro en dejarle empapado en el engaño y en su propia derección y salirse de ella moviendo los pies.
¡La diferencia es colosal!...En una el torero está quieto y se cansa menos, porque sólo maneja los brazos, y se repone con sólo girar sobre los talones.
En la otra agota sus fuerzas por el bailoteo, y el giro es más extenso.
En la una el engaño sirve para quitarselo de encima; en la otra sólo sive para contenerle o distraerle la cabeza para evitar el hachazo.
Es una gira del toro alrededor del torero; en la otra es el torero el que gira al rededor del toro, en suma, de un modo se torea al toro, mientras que del otro el que resulta toreado es el torero ¡ y este último no entra, que yo sepa, en el arte de torear, sino en el de ser toreado!".
Una circunstacia ocasional me ha hecho leer el manuscrito de don Amós Salvador... el dia que se anuncia que va a torear en Madrid ese muchacho que es de Ronda y se llama Cayetano, el nombtre es del torero; el pueblo también. Condiciones tiene; ya lo has visto.
Y porque temo que los muchos vicios taurinos, que hay que escardar como la mala semilla, influyan en su toreo, le dedico, por si de algo le sirviesen, estas puras ideas del arte del torear que acabo de leer.
de Gregorio Corrochano.
continuare poniendo mas articulos.-