viernes, 7 de abril de 2017








MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA

Antoñete y "Cantinero"

por Vicente Zabala



El San Isidro de 1.985, con Manolo Chopera como empresario, fue uno de los más triunfales que se recuerdan. El 7 de junio puso la guinda Antoñete con "Cantinero". La plaza de las Ventas vibró como muy pocas veces lo ha hecho al compas de un torero de menchón blanco, ya entonces cincuenton, capaz de hacer el toreo con una pureza conmovedora.  Aquellos gritos del ¡torero, torero!, tan auténticos, sonaron como un estruendo expresando el gozo colectivo.  Vicente Zabala, el crítico prematuramente desaparecido, tabién él emocionado, nos retrotrae casi vente años en el tiempo al dar cuenta de aquel momento mágico.

Y hemos llegado al final de esta larga feria, inteligentemente planeada...
Ha sido hábil, ha dado muestra de veterinaria y magisterio el empresario vasco en esto de no caer en la tentación de redondear unos pocos carteles, dejando otros veintitantos en cueros, y para broche ha dejado la traca final de enfrentar en el mismo cartel a Antoñete y a Curro Romero...
Manolo Boninchón, de la cuadrilla de Antoñete, está formando la marimorena con otro subalterno de categoria, Martin Recio, Boninchon o Montoliú, como también se le conoce, ha tenido una enorme actuación con las banderillas  en el cuarto de la tarde.  Despacioso, torero, tranquilo, reuniéndose con toro perfectamente después de haber ganado la cara previamente con un sentido impecable de los terrenos, para acabar asomándose al balcón despues de juntar las manos y clavar mirando entre los brazos con una toreria, un gusto y un dominio de la suerte verdaderamente asombrosos en tan joven maestro. Valencia, ¿qué grande eres dando artistas al toreo!.
Sale  "Cantinero" de la ganaderia de Garzón. Un toro para la historia... Tras la apoteosis de su banderillero valenciano, Antoñete se dispone a dictar su lección de profesor a punto de despedirse de la cátedra.
La faena, por encima de los pases, por encima de la geometria torera, tuvo el aroma de la solera, de unos modos, de unas formas que se están perdiendo para siempre, daba gozo de ver a Antoñete caminar hacia el toro, dándole las distancias con majestad, entre series y series, sintiéndose, interpretando, pletórico de torera grandeza, de solemne ritmo, principalmente en el inicio de sus pases, con una cabeza despejada, sindejar que le agobiara la emoción que se le venia a los ojos en los remates de los pases de pecho. 
Muy Torero, muy seguro, muy maestro.  Esto de hoy a una edad verosimil -¿verdad Antonio que no lo habías soñados ni tú?-, es un milagro.
La faena no es para narrarla pase por pase, muletazo por muletazos, sino para interpretar el conjunto de un quehacer realmente emotivo. 
El torero ponia alma, pero también el público apoyaba con el corazón, ilusionado en este postrero triunfo del torero en Las Ventas, en el ruedo madrileño. Cuando mató de un pinchazo y una estocada aquello fue un delirio.
Los tendidos se poblaron de pañuelos.  los gritos de torero, torero, torero, salian a borbotones de las gargantas.  Antoñete fue obligado a dar dos vueltas al ruedo, al final sacó a saludar a Martin Recioy a Manolo Boninchón.
La ovación se hacia interminable.  Las lagrimas estaban en todos los ojos, también en los de los propios toreros.
Al concluir la corrida auparon a hombro a Antoñete... el diestro madrileño del mechon blanco salia por última vez por la Puerta Grande en una feria de San Isidro.  DEra un hermoso y vibrante broche final a una larga carrera profesional.
Su plaza de Las Ventas... le despedia hoy con el emotivo aplauso que habia ganado con su apasionada entrega, doblemente valiosa en una edad realmente inverosimil para ejercer esta dificilisima profesión.


RECOPILADO POR MANUEL ARTERO 
   


 





LOS TOREROS 

DE MI MEMORIA

por Joaquin Jesus Gordillo



 ... Y  SEVILLA


Sensu contrario" con el poema de Manuel Machado, el último verso de su Andalucia es tal que el pórtico de la primavera: " ...y Sevilla.
Resulta curioso cómo durante la mayor parte de los años que viví en la capital bética he "picoteado" en el abono, mientras, en el tiempo en que ha resistido en Madrid o en Málaga, asistía a la feria taurina desde el Domingo de Resurrección hasta el "lunes de resaca" -mientras la fecha duró-. Podia elegir los carteles gracias a deferencia y a la ayuda inestimable de Pepe Bermejo y de Eugenio,
dos pilares de la empresa Pagés antes, ahora y siempre.
La televisión -Via Digital, TVE y Canal Sur- complementaba mi necesidad de gustar el ciclo de abril en vivo o "en directo".  Y en estas que la memoria de hoy se traslada hasta el ecuador de los ochenta. En el año en que Espartaco pisó el primer escalón de su ascensión irresistible yo quiero recordar a otro torero rodeado siempre de circunstacia singulares.
El dia de San José de 1.985, Rafael de Paula, fue detenido tras su actuación en el Puerto el gesto de la autoridad no venia provocado por algun remedo paulista de la sombra legendaria de El Gallo. Las razones eran otras y tenia el tinte de un "romancero gitano"  amores rotos, infidelidades, obligación cultura de restaurar el honor mancillado.
El 7 de abril de 1.985, Rafael de Paula estaba contratado en Sevilla para matar una corrida de Torrealta, el excepcional diestro de la calle de Santiago habría de asumir el rol de testigo en la ceremonia de alternativ de Lucio Sandin, quien habia perdido el ojo derecho en el mismo escenario un 12 de junio, dos años antes: doctorado a cargo de Curro Romero.
Los pupilos de "El Tañanejo" no fueron un obstáculo, pero la tarde no salió redonda por el discurso gris del padrino y el mal uso de la espada del toricantano, que no terminaria de entrar en Sevilla, que casí lo prohijo, pese a su naturaleza madrileña, hasta el San Miguel del año siguiente -27 de septiembre de 1.986.- ciclo en el que cortó una oreja a un buen "arranz"  de Ramón Sánchez y asi el protagonismo del dia 7 "per se" y "per accidens", fue todo para Rafael.
Los abogados del torero lograron su libertad provisional, y a la hora lorquiana el de Jerez ocupaba su lugar en el costado derecho del desfile ritual.  Una ovación cariñosa recibió su andar cansino y personal camino del palco y, yo, a lo largo de todo el festijo, el público estuvo con el sus cuitas, y Rafael se entregó como pocas tardes; cominión que trajo aparejado el hecho  de dar una vuelta al ruedo entre el fervor popular, pese a haber oido un recado del úsia; que de otra manera... ¡quien sabe!. 
Pero como todo, lo que se me viene a las mientes y argumenta mi relación semanal con ustedes, los lectores, es un quite inolvidable en el toro que cerraba la corrida.  En el patrimonio artistico de la fiesta de los ochenta todavia era posible asistir a la represerntación del "quite del perdón".
Y, aunque la filisofia del caso de que nos ocupa no respondiera exactamente a esa idea, lo cierto es que Rafael abrochó aquella tarde haciendo la "verórica de mármol" que dijera Pepe Alameda:  "Rafael de Paula, que sí lo es -gitano-, produce, cuando logra la estilización buscada, un toreo de capa tan geometrico e impecable que acaba de resultar deshumanizado, adquiere una calidad marmórea.  Ya no es la verórica , es el mausoleo a la verónica.  Una forma,  in extremis. Una forma terminal después de la cual  no parece que puede haber nada. El canto del cisne. La caída de la Casa  de Usher. Tras el marmol, ceniza. Drama sin futuro. Algo demasiado literario para ser resueltamente popular. Se explica que los escritores, más que las masas estén con él".
La verónica gitana de aquel 7 de abril de 1.985.  Y aunque me parezca de ayer mismo, va camino del cuarto de siglo.


RECOPILADO POR MANUEL ARTERO    

LOS TOREROS DE MI MEMORIA



LOS TOREROS 
DE MI MEMORIA

POR JOAQUIN JESUS GORDILLO.-

EL MAESTRO DE LA ISLA

  
"Pero la suerte nunca fue su aliada"

A poco del doctorado y rosáceos aún y turgente los labios de la herida que sufrió en el Corpus granadino, cae otra vez en Pamplona, por San Fermin -el dia 8 de julio se ha cumplido medio siglo largo-.  Un cornalón de caballo, tanto que estuvo varios dias entre la vida y la muerte.
Pero levantó cabeza, ¡vaya si la levantó!: en un plazo de poco más de un año abrió la Puerta Grande de Madrid y, cuando la temporada declinaba, se asomó al curso del Guadalquivir, a hombro de los costaleros, despues de cortar un rabo.  Y con Luis Miguel y Antonio Ordoñez en el cartel... ¡qué era mucho torero Rafael Ortega!.
En el último número de junio de 6 Toros 6, recordaba la temporada de 1.967 y calificaba el años de "muy especial".  Bien, pues el Maestro tampoco se quedó atrás en el palmare de aquellos doce meses, "pero la suerte nunca fue su aliada".
Más antes de entrar en el detalle del argumento de la columna no sobrará un paseo breve por la historia del personaje: solvencia y clasicismo.
Rafael Ortega llegó a la alternativa siendo un mozo cuajado; los toros le hirieron, inmisericordes, una y otra vez, no tuvo jamás la figura apolinea que parece ser requisito indispensable en el oficio; pasó con dificultad extrema la cifra de las cuarentas contratadas por temporada y hubo de volver a los ruedos, mediado los sesenta, para que la "critica" lo considerara un "torero de culto".
En medio quedan el triunfal San Isidro del 53 y la Puerta Grande de la funsión del Motepio de Toreros, protagonizada en solitario; los "Miuras" de Sevilla -acartelado con Domingo Ortega,  Manolo Vázquez,  Antonio Ordóñez, César Girón...-, ¡entonces las FIGURAS, y escribo con mayúsculas, mataban "los Miuras"!; dos rabos en el coso de la Maestranza; los triunfos sitemáticos en la Ventas; dos orejas más a otro toro de "Zahariche", a la vera de Al-Wadi-Al-Quevir. 
Todo hasta que las cornadas y el olvido empresarial le llevaron a colgar el vestido ceremonial, lucido siempre con dignidad, pureza y hombría.
Volvió en 1.966.  Cuando su fe de vida rezaba que el Maestro habia cumplido ya los cuarenta y cinco años, y tornó asolerado, sabio medidor de los terrenos, puro, reposado, clásico, dominador, templado, eficaz, elegante...; tanto con el capote como con la muleta y con la espada "con estilo, con entrega, con un impetu joven, con un valor seguro y una solera antigua, clásica y olvidada" -que escribió Angel Fernando Mayo-.
25 de mayo de 1.967 la corrida de la feria de Madrid hace la número trece. ¡Para que luego digan!... Cuatro toros de Miguel Higuero y dos de Juan Antonio Alvarez para completar el sexteto.
Sánchez Bejarano, que se doctora en Tauromaquia, ha cortado dos orejas y Rafael Ortega, padrino de la ceremonia, otras tantas.
"Pero la suerte nunca fue la aliada del maestro de la isla...; y aquella faena, inolvidable para quienes las vivimos, monumento al clasicismo, a la pureza y al valor, pasó a un segundo plano -¿se puede entender tal desafuero?- porque, al dia siguiente, los titulares de primera plana se los llevo Curro Romero, que se negó a matar un toro y habia dado con sus huesos en la cárcel".
Pasada la raya del tercio.  Entre el nueve y el diez. Que yo lo vi.  y muchos más, testigo afortunados. Y hasta hubo quien contó los muletazos, veintidós: pases hondos, ligados, con el engaña terso, sin más doblez que el fruto de haber dormido en el esportón, "cosido -que diria Alameda- sin que se vea el hilván".  Y la estocada arriba.
"...pero la suerte nunca fue su aliada".   

 RECOPILADO  POR   MANUEL ARTERO.-





 LOS TOREROS 
DE MI MEMORIA

POR JOAQUIN JESUS GORDILLO

Abril del 68


 
El de 1.968 es un año que, a niveles sociales, ofrece una memoria histórica que valdría la pena evocar en otro momento y que, en lo puramente taurino, viviendo como estamos en plena feria de Sevilla, me hace invocar ahora circunstacias inolvidables.
Pero el 68 "comenzaba un mes antes".  3 de marzo. El viejo Acho, nacido de la mano del virrey Amat -enamorado de la fiesta de los toros y de una cholita, la Perricholi, que olia a jazmin y tenia el color de la canela- veia extinguirse la vida de Pepote Bienvenida; él, a quien los toros no hicieron jamás. 
Se le rompio el corazón después de clavar su último gran par.
Un mes y once dias después comenzaba el ciclo sevillano.  Y de entre una larga serie de hechos y personajes la memoria se centra en el dia 27 de aquel abril del 68.
TVE ofrecería la corrida de la feria en directo.  En el cartel, César Girón, Miguelin, Zurito y El Pireo.   Y en los chiqueros ocho toros con el hierro de Germán Gervás.
Yo no olvidaré aquella jornada jamás porque escribo sobre mi debut como comentarista de una transmisión en directo, la esencia de la televisión.
Lo he contado antes de ahora:  "La mañana del 26 de abril José de las Casas -un periodista de una pieza-, director de los servicios informativos, me llamó a su despacho.  Debia de bajarva la segunda planta donde estaba ubicada la Dirección General porque me esperaba un joven Adolfo Suárez, a la sazón director de la primera cadena.
-Como sabes, estamos transmitiendo la feria. ¿Te atreves a comentar la proxima corrida?, me preguntó sin explicaciones alguna ni pausa previa.
Asentí, y Adolfo Suárez levanto el telefono y curso una orden al departamento de dietas...".
Durante el vuelo Madrid Sevilla trate de dominar mis nervios enfrascándome en la lectura de todos los periodicos que cayeron en mis manos. Las crónicas del festejo del dia 26 hablaban de la apoteosis de un Diego Puerta que estaba barriendo en el ciclo.
El dia 20 habia cortado sendas orejas a la corrida de Cuadri, y el 25 otra más a una res vazqueña de Benitez Cubero.
 El 26 llegó el cenit:  dos orejas y rabo a un toro del marquez de Domecq.
La informaciones que releia contaban que la banda de musica habia tocado cuando Diego Puerta terminó su intervención con el capote: Larga afarolada de hinojos, veróricas, chicuelinas, serpentinas, y revoleras.  Gloria del primer tercio que no paledeció con la muleta ni a la hora suprema que pone fin a la lidia.
Yo leia y volvia a leer, y soñaba con un fasto semejante para mi debut como comentarista.  y,  al cabo, me vi en Sevilla; bigotera en mano, frente al monitor, sobre el practicable situado en la Puerta del Principe.
El Palco de los Maestrantes lindaba con mi posición.  Las miradas inquisitivas aseteaban a aquen joven desconocido, acostumbrados los ocupantes del palco VIP a la persona de Lozano Sevilla.
El de Germán Gervás fue un manso de libro. Yo trage saliva y, bisoño, me atreví a afirmar rotundo: "Si le das las adentros, le corta las orejas", (Estara grabado en alguna vieja cinta archivada en el voltio).
Miguelin vio claro al toro de embestida incierta y peligrosa; lo cerró entre la Puerta del Principe y el burladero de los médicos, dio la espalda a los medios e inventó una faena como he visto muy pocas.
Cortó las dos orejas; pero debieron darle el rabo.
Abril del 68. Gracias a Miguelin y a mi osadia, mi vida profesional cambió, como mundaría una buena parte del mundo de Occidente, un mes más tarde.

   

RECOPILADO POR   MANUEL ARTERO 












 










   



 

 

domingo, 26 de marzo de 2017

Momentos estelares de la tauromaquia.



MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

"EL  MONSTRUO"

K-Hito es el seudónimo de Ricardo García, periodista y manoletista de pro.
Vivió como director del semanario Digáme, los mejores dias de la trayectoria de Manolete, jalonada por hechos que le inspiraron crónicas memorables, como la que le llevó a titular así, dandole ya un calificativo para la historia, la labor del de Córdoba ante los toros "Tolosano" y "Afligido".
Manolete sublimó ese día aquel toreo en redondo que impuso para siempre. El critico se emocionó y por eso su narración deja de lado la descripción minuciosa del suceso para adentrarse en el campo de los sentimientos. 
El texto se públicó en el libro de K-Hito "Manolete ya se ha muerto .
Muerto está que yo lo ví". 



De la crónica referente a la corrida celebrada en Alicante el 28 de Junio de 1.943.  "MONSTRUO"  llamé ese dia a Manolete,  y con "MONSTRUO" se quedó.
Componian el cartel Manolete, Antonio Bienvenida y Manuel Escudero, con toros del Conde de la Corte. Me brindó Manolete el cuarto toro, y yo le arrojéel block, de notas, donde, con letras enormes, escribí;  "¡Monstruo!".
El Monstruo ha surgido con todo esplendor, con maravillosa potencia, en esa plaza recoleta e intima de Alicante.
Ha sido hoy 28 de junio de 1.943, vaya la fecha con versales de oro al libro de las grandes efemerides.
¡El Monstruo!, creado por el Greco,  estilizado hasta dejar sólo en su linea sintética el trazo preciso que resume al más grande torero de todas las épocas.
Manolete ha revuelto la afición dormida de este pueblo Mediterraneo, que desborda sus galas en el mar azul.
No se habla más que de su arte ingente. Contra los ventanales del hotel donde Manolete firma autografos aplastan las gentes para ver mejor al torero de Córdoba.  -¿Qué ha pasado?- preguntan los que no fueron a los toros- 
¿Qué ha sucedido? Digame usted la verdad, por terrible que sea.
-La verdad, señor, es ésta: que Manolete, el Monstruo, ha terminado una de su mejores tardes; que ha cortado las orejas de sus dos toros, provocando el delirio popular; que los espectadores, ebrios de entusiamo, gesticulaban, más que gritaban, en los tendidos.  Ha pasado que hemos visto lo que la más delirante imaginación no pudo concebir.  Es preciso más tiempo para hablar serenamente de lo ocurrido.  El público, y con el público la critica, está aún bajo los efectos de un colapso, de un traumatismo enorme.
¡Manolete con los toros bravos y nobles, pastueños y suaves, del Conde de la Corte, las reses de lidia que lucen en los jigares zarcillos deoro!.
¡Manolete con el toro grande, con el toro de peso, toreando al natural con la languidez de las veintiseis dinastías de Faraones!.
-Bueno, pero ¿qué ha pasado?.  Espere, que aún no hemos recuperado el habla. Hay quien ha salido de la plaza a las ocho y cuarto, y a las nueve, por efecto de la conmoción sufrida, sigue diciendo tonterias.  ¡El Monstruo, señor!.
Manolete ha toreado prodigiosamente de capa y de muleta a sus dos toros y lo ha matado de sendas estocadas en el hoyo de las agujas.
Manolete toreo con esa suavidad y maestria que le ha llevado a la cumbre del Himalaya Taurino.
El cuarto toro tuvo la gentileza de brindarmelo.  No pude tomar notas, ni en el primero, ni en el cuarto, absorto contemplando -al descomunal torero-, se me cayó el cuaderno, perdí el lapiz... el Monstruo,  el Monstruo.
¡Y que corrido la del Conde de la Corte; el mejor ganadero de reses bravas!. Toros con trapio y arrobas, con empyje, con genio y con nobleza.
Dia 28 de junio de 1.943, en Alicante.  Apunten ustedes esa fecha.

bello el corte imprimido por K-Hito




  
 MOMENTOS ESTELARES 

DE LA TAUROMAQUIA.


 El adiós de MANOLETE a Madrid


Decía Pepe Alameda que el toreo es apasionada entrega.  Apasionada entrega del torero a su creación para, en algunos momentos de emotividad, hacer abstracciones del instinto de consevarción y seguir adelante en la dialéctica de la belleza y la tragedia.
En pocos toreros como en Manolete se cumplió el aforismo, y buen ejemplo en su postrera lección, dictada el 16 de julio de 1.947.
Aquella última tarde en Madrid, a modo de epitafio torero, lució su solemne entrega.  Y asi lo recordó Gregorio Corrochano, años después, en su libro  "Cuando suena el clarin".






La tarde se paseaba con ruido de palmas.  Las más alegres habian sido para el alegre toreo del alegre Pepín Martín Vázquez...
Cuando salió Manolete a torear el toro quinto, hubo ese siseo  característico de las plazas de toros, con el que se avisa que se espere más, que lo hecho hasta ese momento no es suficiente y que la protesta, de ese ecpectador invisible que se sienta con cada espectador, está dispuesto a echarse al ruedo.
Manolete se fue pausadamente, sin duda, midiendo al toro con su ánimo, para calcular el esfuerzo.  Y veria que el toro no era tan bueno para la faena que los siseos de advertencia le pedian.  Pero habia que hacerla; era su primera tarde delaño en Madrid...
El quinto toro de Bohórquez era corto de cuello, construcción que le dificultaba el humillar, complicada con la poca bravura del toro.  Costó trabajo y habilidad picarle y la trabajada lidia lo hizo incierte.  A los toros inciertos, no sólo hay que esperarles mucho, para firjarlos, como Manolete le esperó, sino que hay que tenerle un poco adelantada la muleta para que no duden, a estos toros no se le puede torear con el engaño retrazado, y ahora se ha puesto de moda el torear con la muleta a la manera de -defrente por detras-  porque va detrás de la linea del torero.  Al toro, cuando tiene el menor resabio instintivo -incierto, desparrama la vista, etc.- hay que fijarle en la muleta y no dejarle mirar a otro lado; esto sólo puede conseguirse, adelantandole la muleta, lo que haga falta, para que el toro al embestir no dude, para que no tenga opción entre la pierna y la muleta.  Este toro quinto de Bohórquez, que no embestia bien y era incierto, vaciló en la arrancada, por estar la muleta atrasada, posición muy frecuente en Manolete, y en un pase con la mano derecha, le hirio de pasada la pierna izquierda, cuando lo natural en este pase es que le hiera la pierna derecha.
Manolete hizo un gesto de dolor casi imperceptible, encogiendo un poco la pierna izquierda.  La primera sensación en el tendido era que lo habia pisado.  Siguió toreando con la derecha y con la izquierda, en una faena de mucho aguante, única manera de torear al toro incierto. Se notaba que el torero perdia facultades, que suplia con coraje y afan de torear.  Un hilo de sangre, rayando fuertemente de rojo la media rosa, nos descubrio que estaba herido y nos explicó el porqué de aquel empeño cerrado, cada vez más cerrado, del torero con el toro, no sólo toreaba; queria terminar la faena y matar al toro antes que la pérdida de sangre le inutilizase la pierna, el gesto era magnifico; solo en medio del ruedo con el toro, sin dejar que nadie se le acercara en su auxilio.
Ya la zapatilla negra estaba manchada de sangre, cuajada cuando igualó al toro, y sabiendo que era un momento decisivo, pues se le iban las fuerzas, entró a matar...  y echó a rodar al toro de la estocada, rodando a un tiempo toro y torero, porque éste cayó en los brazos de los que por fin lograron llevársele a la enfermeria...   ¡ Así era Manolete!.

Taurinamente perfecta la cronica de Gregorio Corrochano. 
   

sábado, 25 de marzo de 2017







MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

CAGANCHO,  LA TALLA DE MONTAÑÈS


De insuperable se puede catalogar el titular pero también la crónica de Gregorio Corrochano, que da cuenta de una tarde mágica de Joaquin Rodriguez "Cagancho", la del 8 de Mayo de 1.927.  Aquel torero de tan grandes constantes tuvo la fortuna de que un critico de apabullante fama hilara una crónica que en la historia del peridismo taurino ocupa un lugar de privilegio.
"Cagancho" y Corrochano se fundieron. el torero para mostrar su rotundidad de artista y magnificar el arte del toreo, y el escritor para dejar para la posteridad una obra de la critica taurina.



Joaquin Rodriguez "Cagancho" es un torero de multitudes, que no pueden permanecer en reposo en el tendido; las inquiestas, las excita, las encoleriza...
El orden público se desordena un  poco en presencia de este torero...
Y al acabar la tarde, los custodios del orden intervienen para que no le mate la ira o no le mate la admiración, que de las dos maneras matan las muchedumbres... 
El toreo de Joaquin Rodriguez "Cagancho" es como el péndulo:  tic-tac, tic-tac, aplausos, pitos, exaltación, rencores...
Ayer en Toledo. Primer toro de "Cagancho". Precauciones... la ira toma asiento...
En tanto el torero sigue su lamentable faena... Más, por sexta vez en la tarde, un hombre dio suelta al último toro.
El gitano negro, va vestido de blanco. Ya en esto se ve que está influenciado por el contraste.   Pausadamente, como un fantasma, se acerca al toro.  Con el palillo de la muleta y la espada hace una cruz, y así se presenta a la multitud ese hombre seco como un cartucho, del color de la madera que eligiera para sus tallas Montañés.  Pasa el toro sin que el -leño- se mueva, y hay en el tendido un ruido de apoteosis.
La izquierda mano huesuda o -leñosa-, asoma oscura por la blanca manga salpicada de oro, y la figura adquiere majestad cuando el toro pasa tras la escarlata de la muleta.  El toro no siempre sigue; a veces se para a mirarle.
La faena, por esta causa, no es ligada, seguida; lo que ha ligado en el tendido es la admiración.  La muchedumbre, en pie, dicen cosas que no se oyen, porque todas las veces se confunden con un clamor.
Aquella mano de "Montañés", larga, leñosa, que asoma oscura por la manga blanca sarpicada de oro, hace cosas de torero, de un sabor torero que empalaga.   Tiene un parecido con Rafael "El Gallo" en una concepción más clásica, más quieta, de majestad, en la que acaso influya la figura.
Yo no vi nunca más armonía, ni más bello conjunto, pero una belleza dolorida.
¡Qué gesto, qué colorido, qué movimiento!.  El brazo largo parecia desprendido del madero...   Toreando, parece una talla de "Montañés".
Es un torero que fascina, la música toca un pasodoble. es una música demasiado alegre, que no le va a este torero, la música lo comprende y calla, sólo el borneo de una guitarra podría hacer un fondo músical a este momento, y yo de buena gana soltaría mi pluma, que tampoco le va a la faena, por escuchar el comentario de Manuel Torres hiciera en un lamento. 
Estas cosas gitanas se sienten, se cantan y se lloran, pero no se escriben, yo no se explicarlo, sino diciendo que todavía tengo un poco de frio...
Cuando Joaquin Rodriguez "Cagancho" coronó su faena con una estocada atravesada y descabello, la muchedumbre se echó a la arena, le estrujaron, le quitaron las zapatillas, se lo llevaron a pedazos, como un relicario, interviniendo los guardias...  La muchedumbre se inpone, y lo alza, y lo saca, y lo llevan sobre sus cabezas, camino de la Imperial Puerta de Bisagra, el mejor arco triunfal, por ahí entraron elegidos paladines, y entre ellos, este torero...
Y asi va hacia Toledo la muchedumbre, con esta talla de "Montañés", que parece arrancada de una madera.

por Gregorio Corrochano.




 
  
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.

Manolo Bienvenida y "Montecillo"


La dinastia Bienvenida alcanzó su cenit con Manuel Mejías Jiménez.
El hijo mayor del "Papa Negro" fue un torero grandioso en una etapa también grandiosa: la Edad de Plata, precoz y con esa alegría consustancial a su estirpe, basó su arte en el dominio, que pronto fue muy depurado, pues participaba de lo que en aquella época ya era una realidad: el toreo en redondo. Este es un fragmento de la crónica de El Liberal donde se daba cuenta de su faena a "Montecillo", en Madrid, el 22 de junio de 1.930. el gran César Jalóm "Clarito" narra de forma magistral, la esencia del magisterio de aquel excelso diestro.
   
Está el sexto toro de Ibarra en los medios, no se llama ya Ibarra, ni Vicente Martínez, que la afortunada propietaria de su rama correspondiente es Dª María Mateo Montalvo. 
Pero tiene el toro su tipo, y sobre todo luego, en el reaccionar de su sangre, todas las características de la casta Ibarreña.  Le ha tomado el mozuelo de Bienvenida, con la mano derecha, dos, tres muletazos inspirado...
Pero al remate de uno de ellos la muleta se escapa providencialmente, y revoloteando por la espalda va a posarse en la mano izquierda.
Y esta mano la de las grandes conmociones, tomando el engaño por la mitad, lo adelanta y cita...   Las gentes miran, con desconfiaza, porque este infierno del toreo está empedrado de escepticismo, algún espectador que ya ha ganado la puerta se vuelve, otros que iban a salir se detienen. 
Y el muchacho despega el brazo en el primer pase natural:  -"uno no es ninguno"-, las masas callan, replegadas en si mismas.  Más ni la mano ni el torero se enmiendan, en el remate del pase lejos de deshacerse, se ha estrechado un poco el grupo que forma la fiera y el mozo, un segundo, y la mano adelantándose hasta los ojos del Ibarreño, como para cregarle, tira de él...  y como ciego sigue el toro por la curva cerrada, más cerrada después, y después de cada pase mucho más cerrada, hasta que el punto inverosimil del quinto trae, como forzada la salida del atolladero, con el pase de pecho, en el que la mano, peinandole los lomos, vacía limpiamente la res...
Cada vez más torera la suerte por más alarde en el mando y por más "graciosa" en la ejecución, lleva de más en más intensa, a los oidos del artista la música inconfundible del aplauso del público de Madrid.
Y el artista, los pies atornillados al suelo, con la holgura justa para girar sobre los talones, vuelve a lanzar  al espacio su mano torera; en ella va la muleta, y tras ella, preso y "convencido" -con ese noble convencimiento que encuentra casi siempre todo el que le sabe llegar-, el toro de la brava casta Ibarreña...
Ahora ya no se ve nadie, el que se fuera que diga que traspuso el umbral de la gloria y se la dejó atrás.  En un involuntario remedo de los pies del torero, también el público ha ido atornillando las suyas a las localidad.  Y, absorto y embelesado, se encuentra ahora con que sólo es dueño de los brazos para aplaudir al jovenzuelo andaluz, que por novena vez extiende su mano zurda la celada de sus pañolillo rojo para aprisionar en él al peligro y pasárselo audazmente por debajo del mentón imberbe y burlado sin más que esquivar las astas quebrando graciosamente la cintura...
-"Para esto hay que ser joven y andaluz", murmura uno que cecea.
Para esto -me digo yo- hay que torear con la mano izquierda y torear "un toro". Y no hay espectáculo torero comparable al de meter a un toro de verdad por ese carril dificil del toreo al natural...   En un instante se puebla el redondel, el gentío levanta en volandas a Bienvenida, que se resiste, y se lo echa a hombros.

por Clarito;  con tinte de taller de la Nasa.








MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.

 EL FONDO DEL ARTE DE PEPE LUIS


Pepe Luis ha sido uno de los diestros más importantes de la Historia.
Una cornada de espejo amonoró su arrestos, pero su arte merece el calificativo de sublime.
El Socrate de San Bernardo, fue un artista inmenso, pero este arte tuvo la consistencia del saber, pues se basaba en el conocimiento y en una técnica maravillosa, que daba a su toreo un aura de genial delicadeza.  Sólo después, cuando el toro estaba en su cabeza, llegaba el adorno, que era sevillanisimo.
El que sigue es un paseje de la crónica de Giraldillo, seudónimo de Manuel Sánchez del Arco, publicó en ABC, dando cuenta de la gran tarde del Maestro Pepe Luis, en Madrid, el 19 de Mayo de 1.943, antes toros de Urquijo.

El torero de San Bernardo empieza con unos ayudados y enseguida prende al toro en seis naturales y cierra con un  pase de pecho. 
En el centro de la plaza empalma la faena, en la que sobresalen unos pases de la "firma" y unos molinetes con mucho arte y seguridad, otros ayudados, que corta con la repetición de la "firma", todo entre los cuernos, más adornos y unos pases de rodillas, quedando en la cara, y marcando el volapié, estocada honda...   (Ovación grande, vuelta y salida al centro.)
Pepe Luis, encuentra al cuarto algo quedado, lo corre con suavidad con unos muletazos por delante y se lo lleva al centro, donde desarrolla una preciosa faena de muleta, con pases alegres, torerisimos.
El diestro cuida del toro con suma inteligencia. Toca en la testuz. Cada pase de estilo florido, con mucha suavidad y sentido torero para evitar el agotamiento de la res, es acogido con una ovación, pinchazo en alto, recto al entar.
Nueva faena, preciosista en los detalles. Estocada bien colocada, que mata sin puntilla. (Ovación, oreja...)
Pepe Luis Vázquez ha alcanzado la cumbre de su triunfal carrera.  No es el adorno, la alegria, el tono brillante, lo adjetivo de su escuela lo que hay que celebrar en él.  No es lo que resulta, sino el porqué resulta lo que solicita nuestra atención y exalta el juicio critico hasta el elogio.
Nuestro elogio está condicionado, no porque el ayudado se rice en la alegría de una "firma", saliendo de entre los cuernos la roja voluta de su muleta, ni porque el capotazo por la cara tenga esa gracia sin par que impregna su toreo a medio capote, sino pore el fondo firme, por la seguridad fundamental que permite el floreo adjetivo.
Así, antes que el adorno vuele su pura gracia sevillana y el público vibre deslumbrado, el toreo magistral ha medido todas las posibilidades.
Pepe Luis Vázquez  está en el comienzo de la de hasta ahora su mejor temporada...  ¿Pero ha llegado a esto facilmente?, atendamos más el fondo que a la forma del toreo de Pepe Luis Vázquez.  Hay muy superior a lo que se le aclama y tiene en indiscutible triunfo ... una calidad enorme de torero, eso que le hemos visto en tardes grises, porque una buena colocación, una lidia sobria, una faena de mucho fondo y poco brillo, el terreno que se da o se niega a un manso, es lo que distingue a Pepe Luis y le tiene consagrado como Mestro, antes los aficionados...  A la perfección de forma en que Pepe Luis está, no se llega sin un absoluto dominio. 
Toreo de perfección es el suyo, sabiduria a la que el arte y la inspiración propia dan deslumbrante y graciosa forma del toreo facil, cuando en realidad tiene todas las dificultades que sólo se vencen por dominio técnico... Sobresalió en el cuidado que puso para sostener al toro en que cortó oreja, midiendo sus embestidas ... su muleta apoyó al toro.


cronica de Manuel Sánchez del Arco "Giraldillo"











MOMENTOS ESTELARES

DE LA TAUROMAQUIA.


LUIS MIGUEL SE AUTOPROCLAMA
NÚMERO UNO


   
El 17 de Mayo de 1.949, Luis Miguel Dominguin, durante una faena en Madrid a un toro de Galache, levantó desafiante su dedo indici.
Las pasiones se desataron por lo inaudito del gesto, toda una provocación a un público que siempre se ha mostrado reticente hacía los diestros que hacen que parezca fácil lo dificil ante el toro. 
Más Luis Miguel, muy joven entonces, no se arredró, y de forma descarnada lució su orgullo torero, rasgo definitorio de aquella personalidad arrolladora. la que sigue, publicada en ABC, es un pasaje de la crónica de Giraldillo, seudónimo del periodista sevillano Manuel Sánchez del Arco.


 
 Gran tarde de toros... Bueno, magnifica tarde de toros. El público llenaba totalmente la plaza. Los billetes, agotados en los despachos, se buscaban con ahinco.  Y todo salió bien: hubo toros...  y vamos con lo que ocurrió en la corrida, es verdad que es cosa cómoda torear junto a Luis Miguel Dominguin.
Cosa cómoda, si se mira al público; pero incómoda, si se mira al toro, porque hay que pisar el terreno que el pisa -y el no se deja pisar el terreno que considera suyo por derecho de brava conquista-, y hay que desrrollar lo que él desarrolla y profundizar lo que él profundiza.
Se halla Luis Miguel en su momento cumbre.  La Fiesta se centra en él, y esto, que le da conciencia de sus deberes, le lleva agestos de rebeldía, sublevación de su amor propio y propia conciencia de artista -juez de sí mismo- y excesos que, si justificados, en fin de cuenta, son a el a quien perjudican, dijo hace tiempo Corrochano, que en el toreo era modesto quien no podia ser otra cosa...
Diríamos que la soberbia de Guerrita y la de Joselito puecden ponerse como modelos de defectos privados que, al cabo, se hacen virtudes públicas por obra  del valor y el arte. Este es el caso de Luis Miguel, cumbre indudable de su momento, con la categoria que en el suyo tuvieron los excelsos nombres que acabamos de escribir: Ayer tuvo uno de esos gestos soberbios, ¡pero qué soberbiamente encajado en el centro de una formidable faena!. Ello ocurrió en el toro cuarto. Acababa de triunfar Manolo González.
Luis Miguel se convirtió en espectador de sí mismo: se proclamo en el número uno, se miró, se midió, y se volcó en una autocrítica.  Pero el público, que ya estaba entregado, que le aclamaba con delirio, no le admitió, como juez y parte.
La pasión de los adversarios, ya domeñada por el gran torero, se puso en pie, vibrante de in dignación, y lo sorprendente, lo extraordinario, es que se impuso.
Joselito le dijo al salir de la plaza; Luis Miguel lo indicó en medio de una faena
¿Comprendéis miles de aficionados que ayer os quedasteis sin billetes, lo que eso significada? Contar después de esto -que yo, por su propio bien, no le alabo- lo que ha sido incréible triunfo.
Triunfo sobre el toro, sobre la multitud y sobre él mismo.  Pudo, porque lo mereció, cortar las dos orejas y el rabo, porque mató muy bien, coronando una faena y una lidia completisima, sin que el toro se le fuera, plantándose como un centro en cuyo torno giraba el carrusel de las pasiones al son impuesto por quien puede y debe ser restaurador del toreo, que, repetimos, no es loable ejercicios de humildades, sino gesto, reto sostenido.  Reto a todo.  A todo para triunfar sobre todo.  Destacamos ampliamente esa nota, con su efecto y defecto psicológico, porque ella, con sus riesgos, es un camino olvidado, una norma que rompe compadrazgos.  Asi eran los toreros de otro tiempo.  (De las dos orejas cortadas, tiró una: paseó el ruedo entre el sostenido clamor del público).


Por Giraldillo.









LOS TOREROS 

DE MI MEMORIA.

 Por Joaquin Jesús Gordillo


EL MAESTRO 

EN LA MALAGUETA.

  

Acaba de concluir la Feria de Málaga. En la memoria ya, y en un lugar de honor, dos maestros: Enrique Ponce y Hermoso de Mendoza, y un torero de nueva hornada a quien le está costando Dios y ayuda abrise paso entre los mejores, Salvador Cortés.  Pero tiempo habrá de evocar sus hazañas; que hoy el recuerdo salta atrás en las paginas de la historia hasta cuarenta y seis años. 
Pero no hay por menos.  El 59 fue el año del "verano sangriento". Hemingway,
a quien siempre rodeaba una corte de bonvivant, flecos de la generación perdida, habia vuelto a Pamplona empujado por los recuerdos que dictaron pagina a pagina, el argumento de Fiesta, el encuentro entre el escritor, que se bebe la vida a grandisimas bocanadas, y el hijo de Cayetano, es inevitable.
Antonio baustizó al premio Nobel con el carñoso apodo de Papa Ernesto, y éste le devolvió el afecto haciendole protagonista de una historia que daria la vuelta al mundo. Pero en esta ocasión con nombre propio y no como ocurriera con El Niño de la Palma, cuya identidad se escondió -y menos mal- tras un apellido glorioso y también rondeño, Romero.
El sueño del viejo Dominguín se ha cumplido: su hijo Domingo apodera, a un tiempo, a otro de sus vástagos Luis Miguel -autoproclamado número uno -y su yerno Antonio Ordóñez  Araujo -un toreroimpar- de la mano de una administración conjunta nacieron una serie de carteles baustizados como competencia por los tirios -con el escritor norteamericano a la cabeza- y como negocio familiar por los troyanos -abanderados Guegorio Corrochano-.
Traté algo a Luis Miguel, me honro de haber sido amigo de Antonio; y conociendo -creo que con fundamento- la personalidad singular de ambos personajes, se me hace muy cuesta arriba que, por más pacto de familia que pudiera existir, las componendas no se fueran al garete cuando sonaba el clarin.  Y es que aquel verano, por más literario que fuera el término que lo adjetivó, resultó, realmente, sangriento.
Y el notario fue -partidista, si- Hemingway, hubo hule. ¡vaya si hubo hule!.
A lo largo del curso taurino Luis Miguel cayó en Valencia y en Bilbao; y Antonio en Aranjuez, Palma de Mallorca y Barcelona.
Por aquel entonces, la feria de Málaga se celebraba a partir del último domingo de Julio y andaba por los cuatro o cinco festejos.  Como ambos cuñado estaban heridos en esas fechas se organizó un mano a mano de caracter benefico para el 14 de agosto.  La Malagueta es el escenario de van a reaparecer ambas estrellas en competencia.  En los corrales hay encerrado seis "juanpedros" .
¿Se puede pedir más?...   El dicho sabado de corrida de "corrida de expetación"... se partió por gala en dos. Hagan cuentas si no: se cortaron diez orejas, tres rabos y dos patas.
y Antonio le ganó la partida de largo a un Luis Miguel triunfador.  Hechos que pertenecen a las mejores páginas de la Tauromaquia contemporánea y que yo evocaba estas tardes pasadas en la Malagueta mientras -salvo excepciones horosas -primaba la vulgaridad. (Y mi paisano y colega José Maria Vallejo, que tiene memoria de elefante,  me recordaba que Luis Miguel saslió vestido de blanco y azabache, Antonio de ¿crema y oro, y que el sobresaliente pudo ser Pepe Ortiz -fallecido recientemente- entonce novillero).
  

recopilado por Manuel Artero.