MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
CAGANCHO, LA TALLA DE MONTAÑÈS
De insuperable se puede catalogar el titular pero también la crónica de Gregorio Corrochano, que da cuenta de una tarde mágica de Joaquin Rodriguez "Cagancho", la del 8 de Mayo de 1.927. Aquel torero de tan grandes constantes tuvo la fortuna de que un critico de apabullante fama hilara una crónica que en la historia del peridismo taurino ocupa un lugar de privilegio.
"Cagancho" y Corrochano se fundieron. el torero para mostrar su rotundidad de artista y magnificar el arte del toreo, y el escritor para dejar para la posteridad una obra de la critica taurina.
Joaquin Rodriguez "Cagancho" es un torero de multitudes, que no pueden permanecer en reposo en el tendido; las inquiestas, las excita, las encoleriza...
El orden público se desordena un poco en presencia de este torero...
Y al acabar la tarde, los custodios del orden intervienen para que no le mate la ira o no le mate la admiración, que de las dos maneras matan las muchedumbres...
El toreo de Joaquin Rodriguez "Cagancho" es como el péndulo: tic-tac, tic-tac, aplausos, pitos, exaltación, rencores...
Ayer en Toledo. Primer toro de "Cagancho". Precauciones... la ira toma asiento...
En tanto el torero sigue su lamentable faena... Más, por sexta vez en la tarde, un hombre dio suelta al último toro.
El gitano negro, va vestido de blanco. Ya en esto se ve que está influenciado por el contraste. Pausadamente, como un fantasma, se acerca al toro. Con el palillo de la muleta y la espada hace una cruz, y así se presenta a la multitud ese hombre seco como un cartucho, del color de la madera que eligiera para sus tallas Montañés. Pasa el toro sin que el -leño- se mueva, y hay en el tendido un ruido de apoteosis.
La izquierda mano huesuda o -leñosa-, asoma oscura por la blanca manga salpicada de oro, y la figura adquiere majestad cuando el toro pasa tras la escarlata de la muleta. El toro no siempre sigue; a veces se para a mirarle.
La faena, por esta causa, no es ligada, seguida; lo que ha ligado en el tendido es la admiración. La muchedumbre, en pie, dicen cosas que no se oyen, porque todas las veces se confunden con un clamor.
Aquella mano de "Montañés", larga, leñosa, que asoma oscura por la manga blanca sarpicada de oro, hace cosas de torero, de un sabor torero que empalaga. Tiene un parecido con Rafael "El Gallo" en una concepción más clásica, más quieta, de majestad, en la que acaso influya la figura.
Yo no vi nunca más armonía, ni más bello conjunto, pero una belleza dolorida.
¡Qué gesto, qué colorido, qué movimiento!. El brazo largo parecia desprendido del madero... Toreando, parece una talla de "Montañés".
Es un torero que fascina, la música toca un pasodoble. es una música demasiado alegre, que no le va a este torero, la música lo comprende y calla, sólo el borneo de una guitarra podría hacer un fondo músical a este momento, y yo de buena gana soltaría mi pluma, que tampoco le va a la faena, por escuchar el comentario de Manuel Torres hiciera en un lamento.
Estas cosas gitanas se sienten, se cantan y se lloran, pero no se escriben, yo no se explicarlo, sino diciendo que todavía tengo un poco de frio...
Cuando Joaquin Rodriguez "Cagancho" coronó su faena con una estocada atravesada y descabello, la muchedumbre se echó a la arena, le estrujaron, le quitaron las zapatillas, se lo llevaron a pedazos, como un relicario, interviniendo los guardias... La muchedumbre se inpone, y lo alza, y lo saca, y lo llevan sobre sus cabezas, camino de la Imperial Puerta de Bisagra, el mejor arco triunfal, por ahí entraron elegidos paladines, y entre ellos, este torero...
Y asi va hacia Toledo la muchedumbre, con esta talla de "Montañés", que parece arrancada de una madera.
por Gregorio Corrochano.
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
Manolo Bienvenida y "Montecillo"
La dinastia Bienvenida alcanzó su cenit con Manuel Mejías Jiménez.
El hijo mayor del "Papa Negro" fue un torero grandioso en una etapa también grandiosa: la Edad de Plata, precoz y con esa alegría consustancial a su estirpe, basó su arte en el dominio, que pronto fue muy depurado, pues participaba de lo que en aquella época ya era una realidad: el toreo en redondo. Este es un fragmento de la crónica de El Liberal donde se daba cuenta de su faena a "Montecillo", en Madrid, el 22 de junio de 1.930. el gran César Jalóm "Clarito" narra de forma magistral, la esencia del magisterio de aquel excelso diestro.
Está el sexto toro de Ibarra en los medios, no se llama ya Ibarra, ni Vicente Martínez, que la afortunada propietaria de su rama correspondiente es Dª María Mateo Montalvo.
Pero tiene el toro su tipo, y sobre todo luego, en el reaccionar de su sangre, todas las características de la casta Ibarreña. Le ha tomado el mozuelo de Bienvenida, con la mano derecha, dos, tres muletazos inspirado...
Pero al remate de uno de ellos la muleta se escapa providencialmente, y revoloteando por la espalda va a posarse en la mano izquierda.
Y esta mano la de las grandes conmociones, tomando el engaño por la mitad, lo adelanta y cita... Las gentes miran, con desconfiaza, porque este infierno del toreo está empedrado de escepticismo, algún espectador que ya ha ganado la puerta se vuelve, otros que iban a salir se detienen.
Y el muchacho despega el brazo en el primer pase natural: -"uno no es ninguno"-, las masas callan, replegadas en si mismas. Más ni la mano ni el torero se enmiendan, en el remate del pase lejos de deshacerse, se ha estrechado un poco el grupo que forma la fiera y el mozo, un segundo, y la mano adelantándose hasta los ojos del Ibarreño, como para cregarle, tira de él... y como ciego sigue el toro por la curva cerrada, más cerrada después, y después de cada pase mucho más cerrada, hasta que el punto inverosimil del quinto trae, como forzada la salida del atolladero, con el pase de pecho, en el que la mano, peinandole los lomos, vacía limpiamente la res...
Cada vez más torera la suerte por más alarde en el mando y por más "graciosa" en la ejecución, lleva de más en más intensa, a los oidos del artista la música inconfundible del aplauso del público de Madrid.
Y el artista, los pies atornillados al suelo, con la holgura justa para girar sobre los talones, vuelve a lanzar al espacio su mano torera; en ella va la muleta, y tras ella, preso y "convencido" -con ese noble convencimiento que encuentra casi siempre todo el que le sabe llegar-, el toro de la brava casta Ibarreña...
Ahora ya no se ve nadie, el que se fuera que diga que traspuso el umbral de la gloria y se la dejó atrás. En un involuntario remedo de los pies del torero, también el público ha ido atornillando las suyas a las localidad. Y, absorto y embelesado, se encuentra ahora con que sólo es dueño de los brazos para aplaudir al jovenzuelo andaluz, que por novena vez extiende su mano zurda la celada de sus pañolillo rojo para aprisionar en él al peligro y pasárselo audazmente por debajo del mentón imberbe y burlado sin más que esquivar las astas quebrando graciosamente la cintura...
-"Para esto hay que ser joven y andaluz", murmura uno que cecea.
Para esto -me digo yo- hay que torear con la mano izquierda y torear "un toro". Y no hay espectáculo torero comparable al de meter a un toro de verdad por ese carril dificil del toreo al natural... En un instante se puebla el redondel, el gentío levanta en volandas a Bienvenida, que se resiste, y se lo echa a hombros.
por Clarito; con tinte de taller de la Nasa.
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
EL FONDO DEL ARTE DE PEPE LUIS
Pepe Luis ha sido uno de los diestros más importantes de la Historia.
Una cornada de espejo amonoró su arrestos, pero su arte merece el calificativo de sublime.
El Socrate de San Bernardo, fue un artista inmenso, pero este arte tuvo la consistencia del saber, pues se basaba en el conocimiento y en una técnica maravillosa, que daba a su toreo un aura de genial delicadeza. Sólo después, cuando el toro estaba en su cabeza, llegaba el adorno, que era sevillanisimo.
El que sigue es un paseje de la crónica de Giraldillo, seudónimo de Manuel Sánchez del Arco, publicó en ABC, dando cuenta de la gran tarde del Maestro Pepe Luis, en Madrid, el 19 de Mayo de 1.943, antes toros de Urquijo.
El torero de San Bernardo empieza con unos ayudados y enseguida prende al toro en seis naturales y cierra con un pase de pecho.
En el centro de la plaza empalma la faena, en la que sobresalen unos pases de la "firma" y unos molinetes con mucho arte y seguridad, otros ayudados, que corta con la repetición de la "firma", todo entre los cuernos, más adornos y unos pases de rodillas, quedando en la cara, y marcando el volapié, estocada honda... (Ovación grande, vuelta y salida al centro.)
Pepe Luis, encuentra al cuarto algo quedado, lo corre con suavidad con unos muletazos por delante y se lo lleva al centro, donde desarrolla una preciosa faena de muleta, con pases alegres, torerisimos.
El diestro cuida del toro con suma inteligencia. Toca en la testuz. Cada pase de estilo florido, con mucha suavidad y sentido torero para evitar el agotamiento de la res, es acogido con una ovación, pinchazo en alto, recto al entar.
Nueva faena, preciosista en los detalles. Estocada bien colocada, que mata sin puntilla. (Ovación, oreja...)
Pepe Luis Vázquez ha alcanzado la cumbre de su triunfal carrera. No es el adorno, la alegria, el tono brillante, lo adjetivo de su escuela lo que hay que celebrar en él. No es lo que resulta, sino el porqué resulta lo que solicita nuestra atención y exalta el juicio critico hasta el elogio.
Nuestro elogio está condicionado, no porque el ayudado se rice en la alegría de una "firma", saliendo de entre los cuernos la roja voluta de su muleta, ni porque el capotazo por la cara tenga esa gracia sin par que impregna su toreo a medio capote, sino pore el fondo firme, por la seguridad fundamental que permite el floreo adjetivo.
Así, antes que el adorno vuele su pura gracia sevillana y el público vibre deslumbrado, el toreo magistral ha medido todas las posibilidades.
Pepe Luis Vázquez está en el comienzo de la de hasta ahora su mejor temporada... ¿Pero ha llegado a esto facilmente?, atendamos más el fondo que a la forma del toreo de Pepe Luis Vázquez. Hay muy superior a lo que se le aclama y tiene en indiscutible triunfo ... una calidad enorme de torero, eso que le hemos visto en tardes grises, porque una buena colocación, una lidia sobria, una faena de mucho fondo y poco brillo, el terreno que se da o se niega a un manso, es lo que distingue a Pepe Luis y le tiene consagrado como Mestro, antes los aficionados... A la perfección de forma en que Pepe Luis está, no se llega sin un absoluto dominio.
Toreo de perfección es el suyo, sabiduria a la que el arte y la inspiración propia dan deslumbrante y graciosa forma del toreo facil, cuando en realidad tiene todas las dificultades que sólo se vencen por dominio técnico... Sobresalió en el cuidado que puso para sostener al toro en que cortó oreja, midiendo sus embestidas ... su muleta apoyó al toro.
cronica de Manuel Sánchez del Arco "Giraldillo"
MOMENTOS ESTELARES
DE LA TAUROMAQUIA.
LUIS MIGUEL SE AUTOPROCLAMA
NÚMERO UNO
El 17 de Mayo de 1.949, Luis Miguel Dominguin, durante una faena en Madrid a un toro de Galache, levantó desafiante su dedo indici.
Las pasiones se desataron por lo inaudito del gesto, toda una provocación a un público que siempre se ha mostrado reticente hacía los diestros que hacen que parezca fácil lo dificil ante el toro.
Más Luis Miguel, muy joven entonces, no se arredró, y de forma descarnada lució su orgullo torero, rasgo definitorio de aquella personalidad arrolladora. la que sigue, publicada en ABC, es un pasaje de la crónica de Giraldillo, seudónimo del periodista sevillano Manuel Sánchez del Arco.
Gran tarde de toros... Bueno, magnifica tarde de toros. El público llenaba totalmente la plaza. Los billetes, agotados en los despachos, se buscaban con ahinco. Y todo salió bien: hubo toros... y vamos con lo que ocurrió en la corrida, es verdad que es cosa cómoda torear junto a Luis Miguel Dominguin.
Cosa cómoda, si se mira al público; pero incómoda, si se mira al toro, porque hay que pisar el terreno que el pisa -y el no se deja pisar el terreno que considera suyo por derecho de brava conquista-, y hay que desrrollar lo que él desarrolla y profundizar lo que él profundiza.
Se halla Luis Miguel en su momento cumbre. La Fiesta se centra en él, y esto, que le da conciencia de sus deberes, le lleva agestos de rebeldía, sublevación de su amor propio y propia conciencia de artista -juez de sí mismo- y excesos que, si justificados, en fin de cuenta, son a el a quien perjudican, dijo hace tiempo Corrochano, que en el toreo era modesto quien no podia ser otra cosa...
Diríamos que la soberbia de Guerrita y la de Joselito puecden ponerse como modelos de defectos privados que, al cabo, se hacen virtudes públicas por obra del valor y el arte. Este es el caso de Luis Miguel, cumbre indudable de su momento, con la categoria que en el suyo tuvieron los excelsos nombres que acabamos de escribir: Ayer tuvo uno de esos gestos soberbios, ¡pero qué soberbiamente encajado en el centro de una formidable faena!. Ello ocurrió en el toro cuarto. Acababa de triunfar Manolo González.
Luis Miguel se convirtió en espectador de sí mismo: se proclamo en el número uno, se miró, se midió, y se volcó en una autocrítica. Pero el público, que ya estaba entregado, que le aclamaba con delirio, no le admitió, como juez y parte.
La pasión de los adversarios, ya domeñada por el gran torero, se puso en pie, vibrante de in dignación, y lo sorprendente, lo extraordinario, es que se impuso.
Joselito le dijo al salir de la plaza; Luis Miguel lo indicó en medio de una faena
¿Comprendéis miles de aficionados que ayer os quedasteis sin billetes, lo que eso significada? Contar después de esto -que yo, por su propio bien, no le alabo- lo que ha sido incréible triunfo.
Triunfo sobre el toro, sobre la multitud y sobre él mismo. Pudo, porque lo mereció, cortar las dos orejas y el rabo, porque mató muy bien, coronando una faena y una lidia completisima, sin que el toro se le fuera, plantándose como un centro en cuyo torno giraba el carrusel de las pasiones al son impuesto por quien puede y debe ser restaurador del toreo, que, repetimos, no es loable ejercicios de humildades, sino gesto, reto sostenido. Reto a todo. A todo para triunfar sobre todo. Destacamos ampliamente esa nota, con su efecto y defecto psicológico, porque ella, con sus riesgos, es un camino olvidado, una norma que rompe compadrazgos. Asi eran los toreros de otro tiempo. (De las dos orejas cortadas, tiró una: paseó el ruedo entre el sostenido clamor del público).
Por Giraldillo.
LOS TOREROS
DE MI MEMORIA.
Por Joaquin Jesús Gordillo
EL MAESTRO
EN LA MALAGUETA.
Acaba de concluir la Feria de Málaga. En la memoria ya, y en un lugar de honor, dos maestros: Enrique Ponce y Hermoso de Mendoza, y un torero de nueva hornada a quien le está costando Dios y ayuda abrise paso entre los mejores, Salvador Cortés. Pero tiempo habrá de evocar sus hazañas; que hoy el recuerdo salta atrás en las paginas de la historia hasta cuarenta y seis años.
Pero no hay por menos. El 59 fue el año del "verano sangriento". Hemingway,
a quien siempre rodeaba una corte de bonvivant, flecos de la generación perdida, habia vuelto a Pamplona empujado por los recuerdos que dictaron pagina a pagina, el argumento de Fiesta, el encuentro entre el escritor, que se bebe la vida a grandisimas bocanadas, y el hijo de Cayetano, es inevitable.
Antonio baustizó al premio Nobel con el carñoso apodo de Papa Ernesto, y éste le devolvió el afecto haciendole protagonista de una historia que daria la vuelta al mundo. Pero en esta ocasión con nombre propio y no como ocurriera con El Niño de la Palma, cuya identidad se escondió -y menos mal- tras un apellido glorioso y también rondeño, Romero.
El sueño del viejo Dominguín se ha cumplido: su hijo Domingo apodera, a un tiempo, a otro de sus vástagos Luis Miguel -autoproclamado número uno -y su yerno Antonio Ordóñez Araujo -un toreroimpar- de la mano de una administración conjunta nacieron una serie de carteles baustizados como competencia por los tirios -con el escritor norteamericano a la cabeza- y como negocio familiar por los troyanos -abanderados Guegorio Corrochano-.
Traté algo a Luis Miguel, me honro de haber sido amigo de Antonio; y conociendo -creo que con fundamento- la personalidad singular de ambos personajes, se me hace muy cuesta arriba que, por más pacto de familia que pudiera existir, las componendas no se fueran al garete cuando sonaba el clarin. Y es que aquel verano, por más literario que fuera el término que lo adjetivó, resultó, realmente, sangriento.
Y el notario fue -partidista, si- Hemingway, hubo hule. ¡vaya si hubo hule!.
A lo largo del curso taurino Luis Miguel cayó en Valencia y en Bilbao; y Antonio en Aranjuez, Palma de Mallorca y Barcelona.
Por aquel entonces, la feria de Málaga se celebraba a partir del último domingo de Julio y andaba por los cuatro o cinco festejos. Como ambos cuñado estaban heridos en esas fechas se organizó un mano a mano de caracter benefico para el 14 de agosto. La Malagueta es el escenario de van a reaparecer ambas estrellas en competencia. En los corrales hay encerrado seis "juanpedros" .
¿Se puede pedir más?... El dicho sabado de corrida de "corrida de expetación"... se partió por gala en dos. Hagan cuentas si no: se cortaron diez orejas, tres rabos y dos patas.
y Antonio le ganó la partida de largo a un Luis Miguel triunfador. Hechos que pertenecen a las mejores páginas de la Tauromaquia contemporánea y que yo evocaba estas tardes pasadas en la Malagueta mientras -salvo excepciones horosas -primaba la vulgaridad. (Y mi paisano y colega José Maria Vallejo, que tiene memoria de elefante, me recordaba que Luis Miguel saslió vestido de blanco y azabache, Antonio de ¿crema y oro, y que el sobresaliente pudo ser Pepe Ortiz -fallecido recientemente- entonce novillero).
recopilado por Manuel Artero.