VOY A CONTARLES LA HISTORIA DE DOS
QUERUBINES QUE BAJARON
A SEVILLA DESDE EL CIELO.-
Uno le comento al otro, ¿Quien estará tocando que se oye desde el cielo?.
Si te digo la verdad y mira que pongo empeño, no logro adivinar, y me está quitando el sueño.
¿De quien sera ese compás y esa forma de tocar, que tiene tanto sentimiento?.
Ya tengo la solución, bajamos hasta Sevilla, y así sabemos quienes son.
Pero tú estás loco chiquillo, has perdido la razón, bajar sin permiso y con las horas que son.
Si no va a enterarse nadie, atrévete gordinflón,
vamos antes que San Pedro nos vaya a cerrar el portón.
Desde una nube muy alta pegaron los dos un salto, volaron hasta la Giralda, y se posaron en lo alto.
Deja ya de preocuparte que no va a pasarnos nada, esta es la tierra del arte, alegra primo esa cara.
Y aquellos dos querubines ¿A que no sabes que hicieron?.
Subieron por Placentines, bajaron por Chapineros y llegaron al Salvador por la calle Alvarez Quinteros, entraron por esa puerta, bebieron en esa fuente, y en las ramas de los naranjos, se sentaron sonrientes.
Y cuando suena Sevilla, suena a rosa y a jazmín, a clavel y a clavellina, suena a locuras de partitura, escritas todas por ti, suena a barrio de postín, a Poligona de San Pablo, a Cerro y a Porvenir.
Y fuera de tus murallas pegadas al Guadalquivir, Sevilla suena a Triana y a su forma de sentir, suena Sevilla a la vida con los acordes del cielo, suena a plata de varales, bambalina y terciopelo, suena a izquierdo por delante, a pasito y a costero, suena como nadie sabe, porque suena al mismo cielo.
Por eso los querubines que bajaron desde el cielo, cuando llegaron arriba, y en el portón de la Gloria los esperaba San Pedro, se pusieron de rodilla y los dos a la vez dijeron.
HEMOS ESTADO EN SEVILLA,
QUE ES COMO ESTAR EN EL CIELO.